Finalmente se alcanzó un acuerdo político y no habrá Brexit por las bravas. Fue al comenzar la tarde de la Nochebuena, cuando las delegaciones del Reino Unido y de la Comisión Europea anunciaron ese pacto, que, ojo, debe ser ratificado todavía por el Parlamento Europeo, los veintisiete Estados miembros y también al otro lado del Canal de la Mancha. Hasta que esto no suceda no estará cerrado totalmente el problema. Pero supongamos que todo sale bien. Eso supondrá que las exportaciones agroalimentarias españolas a este país, que suman unos 4.000 millones de euros al año, no se tendrán que enfrentar a más aranceles ni a cuotas o contingentes. Y eso es bueno, o mejor dicho es lo menos malo de lo que podría suceder, porque lo que sí habrá serán más trabas administrativas y controles aduaneros que dificultaran las operaciones de exportación y, sobre todo, la logística. Lo que ha sucedido estos últimos días con los camiones y los camioneros, a los que las autoridades del Reino Unido han dejado tirados en las carreteras, puede ser solo un aperitivo de lo que está por llegar. Además, no se debe descartar, en los mercados británicos, el desabastecimiento de productos perecederos, como son las frutas y hortalizas, el punto fuerte de las exportaciones agroalimentarias españolas.
El del Brexit será uno de los problemas a los que se tendrá que enfrentar la cadena agroalimentaria española entendida en sentido amplio, con los camioneros incluidos, a lo largo de los primeros meses del año que viene. Y otro asunto no menor al que deberán prestar atención los agricultores y ganaderos españoles beneficiarios de las ayudas directas de la PAC, durante las primeras semanas de 2021, será a los cambios en los importes de las mismas, debido al llamado proceso de convergencia interna. Es verdad que el sistema actual de ayudas se mantendrá durante dos años más, hasta principios de 2023, pero ya en 2021 el valor de los derechos tendrá que acercarse al valor medio de su región. Y eso hará que los importes cambien, en unos casos puede que al alza y, en otros, a la baja. Será, junto a la gestión del Brexit, el otro baile, en sentido figurado, que tendrá ocupado al campo español en los comienzos del próximo año. Y Luis Planas no es precisamente el mejor maestro para dirigir la orquesta.