Unión de Uniones se ha hecho con los últimos datos disponibles (2019) de la Agencia Tributaria relativos al número de declaraciones de IRPF con actividad agraria y su peso en los ingresos totales; en ellos se revela que la situación en 2019 empeora respecto a los años anteriores.
La organización ha destacado que se reduce de un 3,14% las declaraciones con actividades agrícolas con respecto a 2018, porcentaje que llega hasta casi 13% si se compara con 2014 y que por primera vez es inferior al millón (984.610 declaraciones).
Unión de Uniones ha advertido de que esta evolución negativa es aún más preocupante porque afecta fundamentalmente a los agricultores profesionales; ya que se observa una reducción de las declaraciones con más peso en la renta agraria sobre los ingresos totales, mientras que aumentan las que dependen en menor medida de los ingresos agrarios, en un 25% o menos.
A nivel estatal, los tramos profesionales (más del 50% de ingresos totales procedentes de la actividad agraria) se habrían reducido en un 11,1% respecto de 2018; una tónica con la misma tendencia se habría dado en Andalucía (reducción del 15% de declaraciones de estratos profesionales), Madrid (13%), Castilla-La Mancha (13%), Comunidad Valenciana (12%), o Extremadura (10%), si bien esta tendencia es generalizada en todas las autonomías.
A nivel estatal, los tramos profesionales (más del 50% de ingresos totales procedentes de la actividad agraria) se habrían reducido en un 11,1% respecto de 2018
En 2019 se habría producido una “desprofesionalización” del sector, que alcanza porcentajes de declaraciones profesionales de 2014-2015 (considerando a estas aquellas que tienen un elevado peso de la renta agraria sobre los ingresos totales), según la organización.
Ese año el 17,8% de las declaraciones en el sector suponían más del 50% de los rendimientos totales de los declarantes; mientras que, en 2018, esta cifra llegó a ser del 19,4% y en 2015 del 17,5%.
A su modo de ver, que los declarantes que más dependen de la renta agraria para sus ingresos totales sean los que desaparezcan implica que el sector no va muy bien y no se puede vivir de él.
Finalmente, ha recordado que si la situación de 2019 echó al campo a las calles a principios de 2020, lo ocurrido después, el COVID, la postpandemia, los precios al alza, la guerra en Ucrania y la inflación, podrían hacer que los datos de 2019 fueran los menos malos de los últimos de estos cuatro años.
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