Es un hecho evidente que casi todos los moradores de los pueblos más pequeños son agricultores y ganaderos. Lo es también que un gran porcentaje de los pueblos medianos y más grandes se dedican a la actividad agraria. Asimismo, por lo menos la mitad de los habitantes del medio rural tienen como misión fundamental la producción de alimentos y a la vez mantener la vida en esas zonas despobladas. Igualmente, los que padecen de forma más directa los problemas derivados de la despoblación, de la falta de servicios en el medio rural y de la discriminación que sufre este último en relación al urbano, son los que están todavía allí, insisto, mayoritariamente agricultores y ganaderos. Por todo lo anterior sería evidente también que, a la hora de afrontar los problemas de esas comarcas, se debería contar con esos colectivos. Pues bien, algo que parece tan evidente, no lo es.
Cuando Pedro Sánchez volvió a presentar hace poco más de una semana el plan para luchar contra la despoblación se escucharon intervenciones de todo tipo y condición, salvo las de los agricultores y ganaderos, gracias a los cuales todavía queda vida en muchas zonas. Más reciente, el pasado viernes, hubo un encuentro en Soria dedicado a este asunto, al que acudieron multitud de políticos como Sánchez, José Luis Rodríguez Zapatero, Teresa Ribera, Pablo Casado y Alfonso Fernández Mañueco. Eso siempre es positivo porque supone que son conscientes del problema. Hubo escritores, intelectuales… Y, ¿dónde estuvieron los agricultores y los ganaderos o sus representantes? Pues ausentes. En esos encuentros se hizo el vacío a la gente del campo, gracias a la cual no ha muerto todavía el medio rural español. Una pena evidente.