Si lo valoramos en términos de calidad y sanidad, a pesar de que el riesgo cero no existe, el grado de seguridad alimentaria en la actual UE es uno de los más elevados del mundo gracias a la «hiperregulación» a la que está sometido el sector agrario comunitario. Si el asunto se aborda en términos de cantidad y variedad de productos, la respuesta es que sí a la segunda parte de la pregunta, mientras que en el caso de la primera ya hay más dudas, dependiendo de los subsectores agrícolas y ganaderos que se analicen. Si se aborda la cuestión con un enfoque más amplio, la respuesta es que la seguridad alimentaria en términos de cantidad no está garantizada. Para comenzar, porque en lo que respecta a los productos fitosanitarios (las medicinas de las plantas), la UE, como el resto del mundo, depende de China y de sus empresas, ya que este país es el responsable de la fabricación del 70 por ciento de la producción mundial de los principios activos, que luego se utilizan en la elaboración de los productos fitosanitarios. En India se fabrica el 15%, mientras que el otro 15 se reparte en distintas partes del mundo, incluidos países europeos. En conclusión, China domina en el mercado de las medicinas para las plantas.
Por si lo anterior no fuese suficiente, este país puede provocar cuando lo considere oportuno grandes distorsiones en los mercados mundiales de cereales y de oleaginosas. Según los últimos datos facilitados por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, China concentrará en sus manos, al final de la actual campaña de comercialización 2024-25, casi el 70 por ciento de las existencias mundiales de maíz y la mitad de las de trigo. Las autoridades de Pekín consideran al sector agroalimentario estratégico, con el fin de garantizar el abastecimiento a su población. Otro tanto sucede en la India, país en el que se han registrado grandes protestas de los agricultores durante los últimos meses, en demanda de mejores precios para sus productos. Las autoridades de Nueva Delhi también consideran estratégica la producción de alimentos y la formación de reservas de seguridad de los más importantes. Rusia puso en marcha hace ya tiempo planes específicos para conseguir el mayor grado de autoabastecimiento de alimentos. Finalmente, Estados Unidos quiere reorientar su política agraria, para lograr reservas estratégicas en la mayor cantidad posible de productos.
Y, mientras tanto, ¿qué sucede en la UE? Pues es un debate que debería abordarse en estos momentos, justo cuando van a comenzar las negociaciones sobre el nuevo Marco Financiero 202834, en el que se fijará el dinero que se destinará a financiar la Política Agraria Común (PAC) del futuro. En su programa para la actual legislatura, la Comisión se ha fijado tres grandes prioridades. La primera es hacer más competitivo al sector industrial europeo, que durante los últimos años ha perdido fuelle frente a los de China y Estados Unidos, por ejemplo. La segunda es apoyar la transformación de la economía europea contribuyendo a su digitalización para no perder este tren frente a las grandes tecnológicas de Estados Unidos y China, a los que se está uniendo la India. Finalmente, otro de los retos estratégicos que se ha marcado es la ampliación de la UE, con la futura incorporación de Ucrania, un país al que habría que destinar una parte significativa del gasto agrario del próximo Marco Financiero. En este contexto, el Pacto Verde, que fue la prioridad estratégica de la anterior legislatura, no es que se haya abandonado, pero sí que ha pasado a un segundo plano.
Con todo lo anterior, más el nuevo contexto geoestratégico internacional, hay que preguntarse dónde queda el sector agroalimentario de la UE y si tendrá o no carácter estratégico. ¿Quieren lograr los Veintisiete un mayor grado de soberanía alimentaria para que la alimentación de los ciudadanos comunitarios dependa lo menos posible de países terceros? Esa es la gran cuestión en estos momentos, cuando están a punto de comenzar las negociaciones presupuestarias de próximo Marco Financiero. Un ejemplo: la UE es muy dependiente del exterior en la alimentación del ganado. Eso sin olvidar que nadie está a salvo, en un determinado momento, de un problema como el de la gripe aviar que ha obligado al sacrificio de millones de gallinas, lo que ha provocado desabastecimiento de huevos en EE UU y subidas de precios de este producto en todo el mundo. ¿Tiene o no tiene el sector agrario carácter estratégico en la UE? He ahí la cuestión.