¿Si algún sector económico tuviera la certeza de que sus actuales 7.000 millones de consumidores/clientes pasarían a ser 10.000 millones en el 2050 y que tres veces al día consumirán sus productos, estaría invirtiendo en escenarios de crecimiento para cubrir esta demanda?
Sí, el sistema agroalimentario debe prepararse para cubrir esa demanda y ante todo debe conocer hacia dónde evoluciona el consumo y dar respuestas rápidas a situaciones complejas.
Se puede y se debe hacer: las Naciones Unidas a través de agencias como la FAO están marcando el camino y los resultados son evidentes, a pesar del impacto del COVID y de las crisis climáticas, se reduce la población en situación de pobreza absoluta y desnutrición, objetivo que debemos perseguir y alejarnos de cifras espantosas como los 800 millones de personas actual.
Por supuesto que para cubrir la demanda tenemos factores limitantes, escasez de suelo agrícola, de agua para regadíos y limitaciones logísticas, pero con todo ello hay un aspecto que debe tenerse en cuenta y que es prioritario: ese crecimiento debe basarse en soluciones eficientes y sostenibles en el medio y largo plazo.
El sistema agroalimentario debe prepararse para cubrir esa demanda y ante todo debe conocer hacia dónde evoluciona el consumo
Europa es desde el aspecto de producción y del consumo un sistema particular, está a la vez interconectado y es un mercado muy abierto y apetecible, con poder adquisitivo, capacidad de consumo y estable. Una economía exportadora con liderazgo mundial en productos agroalimentarios, grandes empresas con marcas muy relevantes y pequeñas y medianas empresas, que, a través de marcas colectivas, como las Denominaciones de Origen o Indicaciones Geográficas Protegidas, tienen presencia y prestigio mundial.
Estamos ante un sector tan potente y con futuro que es primera industria manufacturera en muchos países de la UE, un sistema de distribución líder y un potencial de producción en agricultura y pesca muy importante, entonces ¿por qué la sensación actual es que todo está muy mal?
Probablemente como en otros sectores económicos la obsesión regulatoria y, en este caso, un falso proteccionismo juegan en contra del sector. Muchas de las normas actuales y en especial la evolución de la PAC se traducen en pérdida de competitividad; lejos de apoyar a los profesionales y empresarios, se les ha hecho la vida imposible.
La obsesión regulatoria y un falso proteccionismo juegan en contra del sector
El Green Deal y el cumplimiento de los objetivos climáticos del acuerdo de París, nunca tendrían que haber supuesto un problema: son compromisos aceptados y compartidos por el sector siempre y cuando de verdad su desarrollo y aplicación hubiesen sido un PACTO, no un cúmulo de pretendidas normas sin consenso; es imprescindible contemplar aspectos como la transitoriedad y buscar alternativas factibles.
Los acuerdos de asociación siempre son necesarios ya que los grandes acuerdos comerciales generan riqueza y desarrollo. Europa los necesita y sabemos que mayoritariamente tenemos posiciones ofensivas con balanzas comerciales favorables a nuestros intereses, pero tienen que plantearse con la necesaria reciprocidad y con las medidas compensatorias para los sectores europeos que se vean afectados.
Hoy por hoy sobra carga ideológica, desconocimiento y demagogia y falta apoyo a los emprendedores, mejora de la competitividad, apertura de nuevos mercados y defensa de los actuales.
Un apoyo decidido a la investigación. Más ciencia y menos ideología en todos los ámbitos para poder trabajar en un ambiente que no es sencillo. El cambio climático, la situación de esta nuestra vieja Europa en un entorno geopolítico que se desplaza al Sur y al Pacifico nos coloca en desventaja y aboca a una pérdida de protagonismo evidente. La necesidad de mantener una posición de liderazgo obliga a que se tomen decisiones rápidamente y esto es lo que necesitamos de las Instituciones que se renuevan este 2024.