La semana pasada se presentó el Foro Agua, Alimentos y Sostenibilidad. Su Vicepresidente Ejecutivo, Ramiro Aurín, explicó -en la emisión de AGROPOPULAR del 20 de enero- las necesidades que tiene nuestro país en relación con este recurso.
Aurín comenzó explicando lo que no hay que hacer en España: «políticas dirigidas a limitar el uso del agua y a la producción agrícola y ganadera». A su juicio, esto es «un error que nos puede llevar a la ruina económica y social de Europa y España». Delante de la escasez «hay que hacer un uso más eficiente, es decir, hacer más con menos».
En España no hay que hacer «políticas dirigidas a limitar el uso del agua y a la producción agrícola y ganadera»
Eso implica más desalación, regeneración, reutilización y producir más energía hidroeléctrica por bombeo, «sin que los desembalses nos obliguen a enviar a Portugal decenas de miles de hectómetros cúbicos a los que no nos obliga en convenio internacional que tenemos firmado con ese país». En definitiva, «simplemente haciéndolo bien».
Asimismo, Aurín recordó que todo el concepto de gestión hídrica ahora mismo nos proviene de la UE y está sesgado por la cultura de países sin estrés hídrico donde tradicionalmente sobra agua. En el caso de los países Mediterráneos -que somos los principales productores de alimentos- la situación es la contraria. Por lo tanto, el enfoque debe ser distinto.
Actuaciones en política agropecuaria
Asimismo, el Foro pretende combatir la renuncia a la autonomía alimentaria como factor estratégico para nuestra independencia política y económica, tanto en Europa como en España.
Si la alimentación depende de terceros países «seremos enormemente vulnerables» y, en el plano cultural, hay que «descriminalizar esa actividad». Precisó que «parece que la normativa europea se está dedicando a controlar fieramente una actividad que linda lo delincuencial de forma evidente».
El Foro pretende combatir la renuncia a la autonomía alimentaria como factor estratégico para nuestra independencia política y económica
Hay que defender que, en la relación comercial con terceros países, se exija el cumplimiento de los mismos estándares sociales y sanitarios que se exigen en nuestro país y en Europa con el objetivo de competir en igualdad de condiciones.
Además, vinculado con las políticas hídricas, abogó por que el regadío sea considerado un activo fundamental y estratégico: «no puede ser considerada una actividad peligrosa y contaminante, porque no lo es; es fundamental para que la agricultora funcione», pero sin perjuicio que se exija que se tecnifique y que se optimice de forma universal. Recordó que sólo queda un 25% de riego por gravedad, el menos eficiente, «a ese habrá que exigirle que mejore y que cambie».
En resumen, insistió en defender que la actividad agropecuaria es fundamental para tener autonomía alimentaria.