«El río siempre pide los papales», me dijo hace ya unos cuantos años un agricultor. Se refería así a la posibilidad de que, aunque haga muchos años que no se registran avenidas e inundaciones, en algún momento llegan. Las encargadas de gestionar todo lo relativo a los ríos, sus cauces y sus márgenes son las Confederaciones Hidrográficas, dependientes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, y Medio Ambiente, que no gozan precisamente de buena fama entre los agricultores y los regantes.
La última oleada de críticas ha llegado con motivo de la avenida del Ebro de las semanas pasadas y se centraban en la falta de limpieza del cauce y sus zonas aledañas, lo que contribuye a agrandar los efectos de una crecida. Desde las Comunidades Autónomas de Navarra, la Rioja y Aragón se han vuelto a poner de manifiesto las deficiencias en la gestión por parte de la Confederación del Ebro. Es el último ejemplo, pero no el único. Sería bueno aprovechar las negociaciones del Pacto del Agua para plantear una revisión en profundidad de las mismas, de su funcionamiento y de sus organismos de gobierno, entre otros aspectos.
Hace falta modernizar las confederaciones hidrográficas, adaptarlas a los tiempos actuales
Hace falta modernizar las Confederaciones Hidrográficas, adaptarlas a los tiempos actuales y, sobre todo, a los que van a venir, que se caracterizarán en España por un aumento del consumo de agua, un bien básico que será cada vez más escaso, por lo menos en amplias zonas de nuestro país. ¿Qué se puede hacer con las Confederaciones? Está por ver y debe ser objeto de negociación. Lo único claro es que no pueden seguir como hasta ahora.
Artículo de opinión publicado en el diario `La Razón´ el 23 de abril de 2018. El Galgo Apeles: César Lumbreras