Hoy, en vísperas de la Nochebuena, creo que no está, ni el cuerpo, ni, sobre todo, el ánimo y el espíritu, para escuchar reflexiones sobre la espectacular subida de la renta agraria que ha anunciado el Ministerio de Agricultura, algo que, por otro lado, se creen muy pocos; o sobre las andanzas de Luis Planas, que no ha protagonizado una presidencia española del Consejo de Ministros de Agricultura de la UE brillante; o sobre los problemas que causa la climatología en el campo español o sobre la subida de los precios del aceite de oliva, que tanto preocupa a los consumidores. Hoy, el espíritu, el ánimo y el cuerpo andan en otra onda. Estos últimos, los cuerpos, ya bastante castigados por los excesos de los últimos días y preparándose para lo que vendrá. Y los espíritus y ánimos de los más mayores recordando vivencias de tiempos pasados y con la impresión agridulce que dejan estas fiestas.
Uno de los recuerdos que tengo de las navidades de mi infancia y juventud es el de las anguilas de mazapán, que llegaban puntuales todos los años por estas fechas de la mano de mis abuelos y mis padres. La Navidad no era Navidad si no aparecía la caja redonda con la anguila enroscada, en la que destacaban sus ojos, que también se comían. Es una tradición que se había perdido en parte, aunque, afortunadamente todavía siga presente en la memoria de muchos y en las mesas de unos pocos. Días atrás descubrí en el escaparate de una tienda de ultramarinos de Madrid, una de esas anguilas de mazapán; me llevé una alegría doble, porque se mantiene la tradición y porque me fijé, y resultó que había sido elaborada por un buen amigo y oyente de este programa, el toledano Cándido Peces. Acto seguido pensé que había que hablar con él para contribuir a esa tradición, la de regalar anguilas de mazapán por estas fechas.
Es uno de tantos productos de calidad que llenan las mesas en estos días finales del año y que proceden del sector primario español, entendiendo como tal el campo, la pesca y el conjunto de la cadena agroalimentaria. Es justo reconocer que, sin esos productos, desde el cardo y la lombarda hasta el jamón, las aves, los lechales, los tostones, los pescados y los turrones, por citar tan solo algunos, y sin nuestras tradiciones, como la de los villancicos, la Navidad sería muy diferente. En la anguila de mazapán se juntan esos dos elementos, productos del campo, como la almendra, y un saber y buen hacer tradicional. ¡Vivan las tradiciones y Feliz Navidad!
