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El Pregón de César Lumbreras: El Belén, los animales y la ganadería extensiva

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Belén. Fuente: Eugenia Rubio

Hoy es Nochebuena, día para reunirse en torno al Portal de Belén y cantar villancicos. En “los nacimientos” de nuestras casas no pueden faltar una serie de animales, desde el buey a la mula, pasando por los burros, los camellos y caballos de los Reyes Magos, las ovejas y corderos, las cabras o las gallinas. En esta representación ocupan un papel estelar junto al Niño Jesús, la Virgen María, San José y los Reyes Magos, los pastores que también fueron a adorar al recién nacido. Es un buen día, por lo tanto, para reivindicar la figura del ganadero y de la ganadería, tan castigada últimamente desde múltiples flancos. Y reivindicar especialmente la ganadería extensiva, que cada día que pasa va a menos.

Hoy es muy difícil encontrar pastores y los rebaños de ovejas, corderos, cabras y cabritos que salen al campo cada vez son menos y más pequeños. “Somos una actividad en extinción” me decía días atrás un ganadero de caprino que se dedica fundamentalmente a la producción de cabrito lechal. Lo mismo sucede con las vacas y terneros que pastan en nuestros montes.

No voy a aburrir hoy con números y cifras, pero sí diré que cada vez que aparecen los censos de ovino, caprino y vacuno se constata una reducción del número de animales y también de las explotaciones de cría extensiva. Puede que en pocos años la ganadería extensiva y los que la practican sean especies y actividades a proteger, para evitar que desaparezcan. Y no estoy exagerando.

Y eso es una tragedia, porque, además de la vertiente puramente económica, está la social, incluso la política y cultural. La ganadería extensiva es uno de los instrumentos más eficaces para luchar contra la despoblación y evitar el abandono de nuestros pueblos. Si hay una actividad que esta estrechamente ligada al territorio esa es la ganadería extensiva, porque los titulares de estas explotaciones tienen que vivir cerca de sus animales. Es necesario poner en marcha un plan de ayudas que sea eficaz para apoyar la ganadería extensiva, que, por otro lado, es muy esclava. En caso contrario, no solo nos quedaremos sin poder degustar un lechazo, sino que nuestros pueblos y nuestro territorio pagarán también las consecuencias.

 

 

Por César Lumbreras

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