Primero, lo de Biden. Son muchos los que se han felicitado por la victoria de Biden en Estados Unidos, porque piensan que va a eliminar la subida de aranceles a productos agroalimentarios europeos y, en concreto, a la aceituna de mesa, el aceite de oliva, los vinos, los quesos y los derivados del cerdo procedentes de España impuesta por Trump. No creo que ello vaya a suceder, por lo menos a corto plazo.
De entrada, porque habrá que esperar a que el presidente electo y la administración demócrata aterricen y eso lleva su tiempo; después habrá que esperar para ver si Biden cede a los republicanos algo de poder en la política comercial. Además, falta por saber cómo quedará el reparto de poder en el Congreso de Estados Unidos entre los dos partidos. Una vez que esas incógnitas se aclaren, también conviene recordar que ese incremento de aranceles se debe al conflicto por las ayudas públicas europeas a Airbus y las “yanquis” a Boeing.
Pero este no es el único conflicto comercial entre ambas partes, porque también están el de la llamada “tasa Google”, o el del aluminio y el acero. Además, veremos cómo sienta al otro lado del Atlántico la subida de aranceles aplicada esta semana por Bruselas a productos de Estados Unidos por valor de 3.400 millones de euros.
Toca esperar, por lo tanto, pero debe quedar claro que Biden, como hasta ahora Trump, mandan algo en el campo español. Por cierto, que en Estados Unidos son muy suyos y toman buena nota de lo que consideran un ataque a sus intereses sea donde sea. Lo digo porque esta semana el vicepresidente del Gobierno español, Pablo Iglesias, ha estado por Bolivia apoyando a su nuevo presidente, cosa que está muy bien, pero no se yo si eso es muy del agrado de los de Washington.
También estuvo por allí el ínclito Rodriguez Zapatero, que, no sé si lo recuerdan, una vez no se levantó al paso de la bandera de Estados Unidos cuando estaba en la oposición. Luego, cuando llegó al poder, se lo hicieron pagar a él, y a nosotros. Ya me gustaría saber lo que piensa Luis Planas de lo que hace su colega de Gobierno Pablo Iglesias y de sus posibles repercusiones para el campo español. De momento no se ha pronunciado.
Tampoco lo ha hecho sobre lo sucedido esta semana en el debate presupuestario y el acuerdo del Gobierno, del que forma parte, con Bildu. Planas, y otros, tragan con cualquier cosa para permanecer en su sillón. Ya lo dice el refrán: quién calla, otorga.
