El negocio de la agroalimentación es la principal fuente de ingresos para Brasil y es mostrado por el Gobierno del país como el pilar de su economía. Sin embargo, una publicación lanzada hoy -5 de septiembre- desvela que el agronegocio brasileño tiene un «lado B».
Esta publicación, «Atlas del Agronegocio, hechos y números sobre las corporaciones que controlan lo que comemos», persigue llamar la atención sobre aspectos negativos como el uso extensivo de agrotóxicos y los violentos efectos que ha dejado el conflicto de tierras en el gigante suramericano.
Brasil, uno de los mayores productores mundiales de alimentos pero, según la publicación, también es el principal consumidor de agrotóxicos del mundo y tiene pendiente de aprobación un polémico proyecto de ley que pretende flexibilizar el uso de estos productos en el campo.
El proyecto, ya aprobado en la Cámara Baja, ha tenido un fuerte rechazo por parte de organismos oficiales, grupos opositores y activistas, que lo consideran un riesgo para la salud y el medioambiente.
Según las cifras que divulga el Atlas, herbicidas a base de glifosato «responden por más de la mitad de todo el veneno usado en la agricultura brasileña».
Hace pocos días el glifosato fue objeto de una intensa polémica debido a que un juez prohibió su uso ante las versiones de que sería cancerígeno. No obstante, un tribunal de segunda instancia levantó el veto a petición del Gobierno y de los agricultores.
También se aborda en esta publicación el conflicto que se ha generado en Brasil por la concentración de tierras en manos de unos pocos productores, debido, en buena parte, a la expansión de monocultivos como el de la soja, el maíz y la caña de azúcar.
Asimismo, el crecimiento de la demanda de tierras por la modernización del sector ha ocasionado disputas territoriales por las que, solo en 2017, fueron asesinadas 70 personas, según datos de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) citados en el Atlas.
Otro de los aspectos analizados en el Atlas son la concentración del mercado en manos de grandes corporaciones trasnacionales, la actuación en la industria bioquímica y farmacéutica, la diseminación de transgénicos que ponen en riesgo la biodiversidad y la deforestación de la selva amazónica.