El sector agrario, o el campo entendido en sentido amplio, tiene un grave problema de imagen ante el conjunto de la sociedad, sobre todo la urbanita. Ese problema se ha vuelto a poner de manifiesto en los últimos días con motivo de la COP25. Para solucionarlo, lo primero es ser consciente de ello y, luego, debe ponerse manos a la obra para resolverlo.
Así, de entrada, es necesario que comience a “venderse en positivo” y rompa con la imagen de un sector “llorón y pedigüeño” que siempre se está quejando y reclamando ayudas: debe trasladar a la sociedad, tanto en España como en el resto de la UE, lo que hace por ella.
En primer lugar, es un sector que produce alimentos, aunque este papel no se valore mucho en estos momentos en los países desarrollados, en los que el hambre es la excepción. Y lo hace en cantidad suficiente, con una calidad y seguridad contrastada, situando los alimentos europeos en los niveles más altos del mundo, a unos precios que son asequibles para los consumidores y no siempre remuneradores para los agricultores y ganaderos. En segundo lugar, el colectivo de los agricultores y ganaderos es, con su actividad y presencia en el medio rural, clave para frenar el fenómeno de la despoblación y para luchar contra ella y los desequilibrios territoriales. Sin agricultores y ganaderos habría todavía menos pueblos y más despoblación en una gran parte del territorio español.
El colectivo de los agricultores y ganaderos es, con su actividad y presencia en el medio rural, clave para frenar el fenómeno de la despoblación
En tercer lugar, el sector agrario es el más interesado en el cuidado y protección del medio ambiente porque vive de él. Es verdad que ha habido excesos, como en todos los sectores, pero también es verdad que las exigencias en materia de medio ambiente que deben respetar los agricultores y ganaderos europeos, incluidos los españoles, son las más altas del mundo, lo que provoca que tengan más costes de producción y sean menos competitivos frente a las mercancías de países terceros.
Por último, el sector agrario es el único que tiene un doble papel frente al cambio climático, tan de actualidad estos días por la COP25. Es verdad que, como los otros sectores económicos (transporte, turismo, industria…) también contamina, pero asimismo es verdad que tiene un papel de sumidero evitando que se emitan más gases de efecto invernadero a la atmósfera.
Todo lo anterior se debe poner de manifiesto y es necesario darlo a conocer. Si el propio sector agrario, entendido en sentido amplio, no asume esta tarea, nadie lo va a hacer por él.
Editorial de César Lumbreras del 7 de diciembre
Este sábado -14 de diciembre-, O el campo aprende a «venderse en positivo» o pierde la batalla y la guerra (parte II): La producción no importa