- El medio rural ha quedado al margen de dos procesos que han caracterizado la evolución del mercado de trabajo: la feminización y el vuelco educativo
- En 2019, la ocupación en el sector agrario apenas representaba el 4% del total de la ocupación en España frente a más del 20% en 1976
Si la población en España estuviera homogéneamente distribuida por todo el territorio, la mitad viviría en municipios de menos de 10.000 habitantes. Sin embargo, este tipo de municipios, que suponen en torno al 80% del territorio español, solo concentran al 20% de la población. Es uno de los datos incluidos en el último número de Panorama Social, publicación editada por Funcas, bajo el título “El campo y la cuesión rural: la despoblación y otros desafíos”. Entre estos desafíos, el monográfico presta especial atención a la fuerte caída de la ocupación en el campo, un sector tradicionalmente central en la vida rural.
La reciente revalorización de los espacios menos densamente poblados, la extensión del teletrabajo y la importancia creciente atribuida al contacto con la naturaleza y a su protección permiten conjeturar que el futuro del medio rural está más abierto de lo que puede dar a entender el concepto de “vaciamiento”, tan repetido en los últimos años. Ahora bien, como ponen de relieve las investigaciones incluidas en el monográfico, la incapacidad de las áreas rurales para alcanzar los estándares de calidad de vida, de servicios y oportunidades que ofrecen los entornos urbanos ha reforzado el modelo de hábitat de baja densidad carcterístico de nuestro territorio.
Los autores que participan en este número de Panorama Social defienden que los problemas de la despoblación y la brecha rural se aborden con realismo, atendiendo a la diversidad de situaciones que conviven en la España rural y huyendo de titulares simplificadores.
En cuanto a la ocupación agraria, a partir del análisis de la Encuesta de Población Activa (EPA) se muestra su extraordinaria caída en las últimas décadas. En concreto, desde 1976 han desaparecido dos millones de puestos de trabajo en el sector de la agricultura, ganadería y pesca. Ese año, los ocupados en este sector (2,6 millones) representaban más de una quinta parte de la ocupación total; en 1991 no llegaban a una décima parte (1,3 millones) y ya en 2007 la ocupación agraria había caido por debajo de una veinticincoava parte de la ocupación total (801.000). Desde entonces, esta proporción se ha estabilizado alrededor del 4% del total de la ocupación (734.000 ocupados en 2019).
El campo ha quedado, en buena medida, al margen de dos procesos que han caracterizado la evolución del mercado de trabajo español: la feminización y el vuelco educativo. En 1976, por cada 100 varones que trabajaban en el sector agrario lo hacían también 40 mujeres, una proporción similar a la que arrojaba el resto de sectores de la economía en conjunto. Pero mientras desde finales de los años 80 la proporción de mujeres ocupadas en el resto de sectores ha crecido rápidamente -en 2019, por cada 100 hombres había 87 mujeres-, en el sector agrario la proporción ha descendido, de modo que en 2019 se contaban 30 mujeres por cada 100 hombres.
En cuanto al nivel educativo de los ocupados, el colectivo de los que trabajan en el sector agrario presenta una media de años dedicados al estudio bastante más baja que la observada entre los ocupados del resto de sectores en su conjunto. La diferencia a favor de los segundos ronda tres años entre los ocupados de 20 a 64 años, es decir, prácticamente todo el rango de edades activas.