Escribo estas palabras en el que ahora es conocido como Salón de los Ponentes del Parador Nacional de Gredos, a casi 1.600 metros de altitud, mientras fuera cae “una pelona”, es decir, una helada de órdago, oliendo a la madera que se quema en la imponente chimenea que hay y gozando de un gran silencio.
Justamente hasta hace quince años este Salón se llamaba del Silencio y en él se reunieron los ponentes de la Constitución a finales del invierno de 1978. Por aquel entonces las negociaciones entre los grupos políticos no avanzaban y aquí se encerraron durante unos días los conocidos hoy como “Padres de la Constitución”, para estudiar y consensuar las más de mil enmiendas que se habían presentado al texto existente.
Fue aquí, en Navarredonda, un pueblo situado en lo que yo llamo el “Cogollo de Gredos”, donde se dio un paso clave para redactar la Constitución de 1978, de cuya aprobación en referéndum se van a cumplir ahora 40 años. Como toda obra humana esta “carta magna” tiene sus virtudes y también errores, pero no se puede negar que, bajo su vigencia, en estas cuatro décadas, España ha conocido el mayor periodo de libertad política, prosperidad económica y modernización social de toda su historia, por lo menos de la reciente.
Ahora que tanto se pone en cuestión la propia Constitución y el Régimen de la Transición, conviene recordarlo y tenerlo muy presente. Y ello fue posible gracias, primero, a esa mayoría compuesta por la clase media, que deseaba dejar atrás el franquismo y que no quería aventuras; después, a las Instituciones y a la mayoría de la clase política que supo interpretar estos deseos. Esos representantes de los grupos políticos se empeñaron en buscar un mínimo denominador común sobre aquello que nos unía y, de este consenso, con cesiones de todos, salió la Constitución de 1978. Hicieron justo lo contrario de lo que se suele hacer hoy en día, cuando muchos andan empeñados en destacar lo que nos separa y no lo que nos une.
Y el medio rural y nuestros pueblos, amenazados ahora por la despoblación, pusieron su granito de arena en esta tarea. Como ejemplo sirva el empujón que se dio al que luego sería el texto constitucional, aquí, en medio de la Sierra de Gredos. Y en la Constitución también se habla de la actividad económica principal que hay en nuestros pueblos.
Así, su artículo 130 dice textualmente: “Los poderes públicos atenderán a la modernización de todos los sectores económicos y, en particular, de la agricultura, de la ganadería, de la pesca y de la artesanía, a fin de equiparar el nivel de vida de todos los españoles. Con el mismo fin, se dispensará un tratamiento especial a las zonas de montaña”. Como esta en la que nos encontramos.
No se puede decir que ello se haya cumplido, porque la brecha entre el mundo urbano y el rural no ha hecho más que aumentar en estas cuatro décadas. Por eso habrá que seguir luchando para que no se olvide este artículo de la Constitución, la que cumple 40 años en los próximos días y a la que tanto debemos.