Carta de un viticultor enojado «a quien corresponda»

Por Miguel Angel Sombrero

Agosto 2023

Soy viticultor en La Mancha y acabo de recibir el contrato con los precios de la uva para esta campaña, en mi caso concreto, de Felix Solis SL. La uva Tempranillo me la van a pagar a 0,015025 €/kilogrado, lo que significa una reducción de 0,004207 €/kilogrado, es decir, un 21,8% menos, y eso que la cosecha va a ser inferior en al menos en un 30%. La uva blanca Macabeo la pagarán a 0,016828 €/kilogrado, con una reducción de “solo” el 3,5%.

Yo, inocente de mi, tenia entendido que la Ley de la Cadena Alimentaria prohibía hacer contratos por debajo del precio de coste de producción. ¿Alguien se puede creer que cuesta producir un kilo de uva Tempranillo 0,15 €/kg? ¿Por cierto, quién, cómo, cuándo y dónde se establecen los costes de producción para cada año en concreto? ¿dónde están publicados?
Una Ley que ni se cumple, ni se exige su cumplimiento, ni se aplica ningún tipo de sanción por incumplimiento reiterado y demostrado.

¿Y ahora qué hacemos los viticultores con la uva a punto de recoger o en algunos casos ya entregada? ¿Y las organizaciones agrarias ? Pues mirando para otro lado. Alguna declaración de compromiso y poco más.

En el sistema de fijación de precios de compra (que no de compraventa), no hay ningún tipo de negociación entre las partes. Está obsoleto y viciado y solo favorece a las grandes bodegas (más bien comerciantes de vino y alcohol), que son las que los imponen.

El grado no es la característica única, ni quizás la más determinante a la hora de definir la calidad, salvo que esa uva se destine a producir alcohol aquí o fuera de España.
¿Que sobra uva? Pues limitemos de manera efectiva la producción por hectárea y exijamos un mínimo de calidad para entregar uva para elaboración de vino. La uva que no cumpla esos estándares de calidad se destina a producir alcohol, pero a otro precio.

¿Qué sentido tiene producir 25.000 o 30.000 kg de uva con 9 o 10 grados?
¿Cuánta agua es necesaria?, ¿cuánto fertilizante?, ¿cuánto gasóleo?, ¿cuántos fitosanitarios?, ¿cuánto despilfarro de recursos escasos?

Todo eso para saturar el mercado y ¡oh milagro! favorecer de esa manera a los comerciantes de vino y alcohol (las grandes bodegas), que lógicamente están encantadas con esta situación.

¿Y las administraciones públicas tanto central como autonómica? Sacando leyes que saben que ni se pueden, ni se van a cumplir. No hacen ningún seguimiento y menos exigen su cumplimiento y, por supuesto, ¡Dios nos libre! de aplicar sanciones a los infractores.

La Ley en el BOE, pues ya nos podemos ir de vacaciones desde el ministro y el consejero al ultimo funcionario. Y los productores, los pagafantas de esta fiesta, obligados a hacer pequeñas trampas para poder sobrevivir o morir lo más tarde posible, sin que nadie realmente defienda sus intereses y menos su futuro

¿Y aún, algunos de los de arriba, se atreven a hablar de relevo generacional en el campo?
¡ A las barricadas se decía en otros tiempos ¡
¡A las placas solares! tendremos que concluir ahora

Miguel Ángel Sombrero

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