La cosecha de cereales de invierno superará este año en Castilla y León los 7 millones de toneladas y será la segunda más importante de los cinco últimos años, de acuerdo con las cifras que ha presentado la consejera de Agricultura de esta Comunidad, Milagros Marcos.
En concreto, las previsiones apuntan a que se obtendrán en la región 7,23 millones de toneladas, lo que supone un incremento del 24% respecto a la media de los últimos cinco años (5,8 millones de toneladas) y es un volumen dos veces y media superior al del año pasado (2,7 millones de toneladas), en el que la cosecha se vio muy afectada por la situación de extrema sequía padecida en la Comunidad.
De ese total, 3,5 millones de toneladas serán de trigo blando, 2,9 millones de toneladas de cebada, 376.000 de avena, 266.000 toneladas de centeno, 89.000 de triticale y 21.000 toneladas de trigo duro. Desde la Consejería de Agricultura subrayan que se consolida la tendencia de los últimos años, con predominio del trigo y disminución de la cebada debido a los mejores precios y a los mayores rendimientos del primero.
Teniendo en cuenta estas previsiones y la situación de los precios, el valor de la cosecha de cereales de invierno podría rondar los 1.200 millones de euros.
La producción de Castilla y León representará en torno al 40% del total previsto a nivel nacional para el grano de otoño-invierno, que rondará los 18 millones de toneladas.
Recolección retrasada
La recolección ha comenzado ya (en Ávila, Salamanca, Segovia, Valladolid y Zamora se ha cosechado el 40% de la superficie, sobre todo de cebada), aunque con tres semanas de retraso respecto a un año normal debido a las condiciones meteorológicas registradas desde el momento mismo de la siembra.
Esta se inició en un momento en que las temperaturas eran muy elevadas y la sequía extrema, con un déficit de precipitación del 80% respecto a la media mensual, con lo que la nascencia fue irregular. Sin embargo, la situación empezó a cambiar con las lluvias de enero y posteriormente con las registradas durante la primavera y el mes de junio (uno de los más lluviosos de los últimos cien años), aunque la abundancia de estas últimas dificultaron las tareas de abonado y tratamientos fitosanitarios. Posteriormente se han registrado tormentas de granizo que habrían afectado a un 10% de la superficie repartido por distintos puntos de la región.
