Hay una canción popular de la huerta valenciana, interpretada en este caso por el «Chiquet de Burjassot», que comienza de la siguiente manera: «el año de ‘‘les barrancaes’’ (lluvias torrenciales) se me llevó la barraca». Se trata de la construcción típica y tradicional de la comarca de la Huerta Sur de Valencia y de la Albufera, que ha sido justamente la más afectada por las inundaciones de la última gota fría. La letra se debe entender en sentido amplio, ya que al ser la barraca un símbolo de aquella zona es como haberlo perdido todo y quedarte sin nada. Y es lo que ha sucedido, otra vez más, porque la historia se repite. En esta ocasión el campo y el sector agrario han resultado muy perjudicados.
De acuerdo con la primera estimación de la Unión Llauradora las pérdidas iniciales ascenderían a 816 millones de euros, aunque avisa de que subirán. La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) sitúa el valor de los daños en 1.089 millones de euros, cantidad que aumentará a medida que avancen los días, baje el nivel de las aguas, se pueda entrar en todas las fincas y comprobar los perjuicios. Pero, para eso, todavía queda un tiempo.
¿Qué pasa con las naranjas?
De momento los daños se concentran en los cultivos que estaban pendientes de recoger. Es el caso del caqui, aunque se encontraba ya en la recta final y quedaba poca fruta; las naranjas y mandarinas, campañas que todavía no habían comenzado y con toda la producción en los árboles; finalmente, diversas hortalizas. En el caso de los cítricos una parte se ha perdido, dependiendo de la altura alcanzada por el agua y otra está muy dañada. En las comarcas afectadas, el perjuicio es muy grande, pero la producción española de naranjas y mandarinas no se verá muy mermada por esta gota fría, al tratarse de una zona pequeña comparada con la superficie total de nuestro país.
El siguiente problema viene ahora con la salud de los propios árboles, debido al tiempo que sus raíces permanezcan bajo el agua y enfangadas, lo que podrían provocar plagas y su pérdida total. La inundación a consecuencia de las lluvias torrenciales no ha afectado como tal al cultivo del arroz, que ya se había segado, pero sí a las naves donde estaba almacenada la cosecha, en las que ha entrado el agua y destruido el producto.
También hay que destacar las pérdidas en los viveros e invernaderos dedicados por ejemplo a la producción de brotes verdes para ensaladas, a flores comestibles que se dedican a la restauración y a las plantas y flores ornamentales. Además de llevarse por delante la producción del momento actual hay que destacar la destrucción de toda la esción tructura de las instalaciones, convertida en un amasijo de hierros, y con un valor pendiente de evaluar.
Asimismo, destacan los daños en otro tipo de naves e instalaciones agrícolas y la infraestructura para regadíos (tuberías, acequias, canalizaciones diversas) y en los caminos de acceso a las fincas. Las explotaciones ganaderas situadas en aquella zona (muchas de equino) también han sufrido importantes daños y se han perdido los animales, bien al haber resultado ahogados o por falta de atención y alimenta
En la zona alta que dio origen a «la barrancada», la de Utiel Requena, donde se concentraron una parte de las precipitaciones más intensas e importantes, el cultivo predominante es el del viñedo. La uva ya estaba recogida y los daños más importantes se han concentrado en la propia vid y en las instalaciones, ya que en los últimos años se ha plantado muchas en espaldera. El agua se ha llevado muchos de los hierros que se utilizaban como soporte de las plantas. También ha habido problemas en las instalaciones de las bodegas y en naves agrícolas y ganaderas.
Asimismo, se han registrado daños en comarcas de Castellón, en zonas de Cataluña, Murcia, Castilla LaMancha y Andalucía. En este último caso destaca la significativa granizada que ha destruido invernaderos en El Ejido (Almería) con unos daños calculados ya en 200 millones de euros, debido a la perdida de las instalaciones y de la cosecha en curso. Ahora, con carácter general, toca la evaluación definitiva de las pérdidas y las tareas de limpieza y reconstrucción. Ya lo dice la letra de la citada canción: «No llores más, Maravillas, que con cuatro palos se levanta otra barraca». En este caso no será tan fácil.