Para luchar contra el Covid-19, China ha decidido imponer desde el 1 de enero de 2022, en el marco de dos decretos publicados en la primavera de 2021, nuevas medidas más estrictas a las importaciones de productos alimentarios con el fin de mejorar su trazabilidad (test de diagnóstico de los alimentos y envases y desinfecciones sistemáticas). Desde esa fecha, todos los productores deberán registrarse en las aduanas chinas y obtener un número de identificación.
Estas medidas “inéditas en el mundo” no solo afectan a los productos denominados “de alto riesgo” desde un punto de vista sanitario (carne, productos lácteos o pesqueros), sino también a una variedad de productos tales como la miel, el aceite de oliva, el café en polvo, las barras de chocolate o incluso las bebidas alcohólicas.
Debido al retraso en la publicación de las modalidades de aplicación de esta nueva plataforma de registro (los detalles se han conocido hace solo algunas semanas), numerosas empresas exportadoras no se han adaptado a tiempo a las nuevas exigencias aduaneras impuestas por China. Algunos exportadores franceses se han mostrado molestos por la “falta de transparencia” de Pekín. Con respecto al impacto potencial sobre el comercio, varios países y la UE pidieron a China que retrasara la aplicación de la medida pero sin éxito. Al contrario, China decidió presionar anunciando a finales de diciembre que iba a rechazar los productos que no respondan a las normas sanitarias.
Incremento del arancel para la carne de porcino
Por otor laod, China ha elevado al 12% el arancel de importación de carne de porcino, que estaba en el 8% el año pasado, según ha anunciado recientemente el Instituto del Porcino francés (IFIP). De acuerdo con el mismo, “el país quiere proteger su producción y regular los precios minoristas: tras la caída del precio del porcino en los últimos meses, la rentabilidad de la ganadería porcina es negativa”.
El organismo advierte que la medida “puede tener consecuencias tanto en los volúmenes como en el valor de las exportaciones” a ese mercado. La cabaña porcina china se vio diezmada en 2018 como consecuencia de la peste porcina africana y ahora el país quiere mantener un equilibrio entre las actuaciones para recuperar su producción nacional y cubrir sus necesidades con las importaciones.
En los últimos meses, el primer importador y consumidor de carne de porcino del mundo ha reducido considerablemente sus compras: los envíos desde la UE, su primer proveedor, han disminuido en un 10% entre enero y septiembre de 2021 con respecto al mismo período del año anterior, situándose en 2,17 millones de toneladas.