Las perspectivas de la economía mundial se han ensombrecido desde el estallido de la guerra en Ucrania el 24 de febrero, lo que ha inducido a los economistas de la OMC a revaluar sus previsiones sobre el comercio mundial para los dos próximos años. La Organización prevé ahora un crecimiento del volumen del comercio mundial de mercancías del 3% en 2022 (cifra inferior al 4,7% previsto anteriormente) y del 3,4% en 2023. Sin embargo, es posible que haya que revisar estas cifras debido a la incertidumbre sobre la evolución del conflicto en Ucrania. El año pasado el crecimiento del comercio mundial alcanzó el 9,8%.
La OMC indica que “la repercusión económica más inmediata de la crisis ha sido un acusado incremento de los precios de los productos básicos”. Además, pone de manifiesto que a pesar de sus reducidas participaciones en el comercio y la producción mundial, Rusia y Ucrania son proveedores clave de bienes esenciales, como alimentos, energía y abonos, cuyo suministro se ve actualmente amenazado por la guerra. “Los envíos de cereales a través de puertos del mar Negro ya se han interrumpido, lo que podría tener consecuencias nefastas para la seguridad alimentaria de los países pobres”, subraya.
La Organización explica que la guerra no es el único factor que pesa sobre el comercio mundial en estos momentos. Los confinamientos impuestos en China para impedir la propagación del Covid-19 “están perturbando de nuevo el comercio marítimo en un momento en que las presiones de la cadena de suministro parecían estar atenuándose. Esto podría dar lugar a una nueva escasez de insumos manufactureros y a una mayor inflación”, indica.
La directora general de la OMC, Ngozi Okonjo-Iweala, afirmó que «la guerra en Ucrania ha causado un inmenso sufrimiento humano, pero también ha perjudicado a la economía mundial en un momento crítico. Su repercusión se dejará sentir en todo el mundo, especialmente en los países de ingreso bajo, en los que los alimentos representan una gran parte del gasto de los hogares». Además, añadió que “como resultado de la reducción de los suministros de alimentos y de la subida de los precios de los mismos, los pobres del mundo podrían verse obligados a prescindir de ellos».
Señaló que los Gobiernos y las organizaciones multilaterales debían trabajar conjuntamente para facilitar el comercio en un momento de fuertes presiones inflacionistas sobre los suministros esenciales y de crecientes presiones sobre las cadenas de suministro.
