Los ministros de Agricultura de la Unión Europea, reunidos el lunes y el martes de esta semana en Luxemburgo, aprobaron un documento de conclusiones sobre la pérdida y el desperdicio alimentario. En él repasan la situación actual en este ámbito y plantean una serie de medidas para reducirlo.
Por ejemplo, consideran que los Estados miembros deberían establecer una jerarquía en la gestión y el uso de los alimentos, dando prioridad a la prevención de la pérdida o el desperdicio, reutilizando los alimentos aptos para el consumo humano que de otra forma se desperdiciarían, recuperando otros para alimentación animal en los casos en que sea posible y procediendo al reciclado en biomateriales o para producción de energía cuando ya no sea posible su consumo humano o animal.
Asimismo sugieren a la Comisión Europea, entre otras medidas, que fomente la donación de productos alimentarios no vendidos a las organizaciones caritativas y que levante las barreras legales que dificulten ese tipo de donaciones.
El documento recuerda que, según datos de la FAO, casi un tercio de todos los alimentos destinados al consumo humano se pierden o desperdician en el camino de la granja a la mesa y que esas pérdidas representan un coste para la economía mundial de 990.000 millones de dólares al año. Aparte del desperdicio de alimentos en sí, este problema supone la pérdida del agua consumida en producirlos y representa en torno al 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero.