Son tres elementos claves para la vida en general y para la actividad agrícola y ganadera en particular. Y los tres están de plena actualidad. En el caso del primero, porque el próximo lunes se Celebra el Día Mundial del Suelo. Con este motivo la ONU ha hecho público un informe en el que se constata la importante degradación que está sufriendo. Que hay que cuidar el suelo o los suelos es un hecho evidente y los agricultores y ganaderos son los más interesados en ello, porque viven en gran parte de este elemento. Otro dato importante: la superficie agraria cultivable del mundo está prácticamente agotada y no es posible aumentarla más, por lo que, para alimentar a los más de 8.000 millones de habitantes del mundo, hay que confiar en el incremento de los rendimientos por la vía de la tecnología. Y, en esto, la Unión Europea se está retrasando.
Otro elemento básico es el aire. También es evidente que es necesario proteger la atmósfera, el aire que respiramos y luchar contra el cambio climático, que siempre ha existido. El sector agrario es el único que tiene un doble papel: por un lado, como los otros, contamina; pero, por otro, evita que se emitan más gases de efecto invernadero a la atmósfera mediante los árboles, el cuidado de las praderas y los pastos y los cultivos permanentes, como la vid, los frutales y el olivo, por poner tan solo unos ejemplos. Es necesario incentivar y remunerar este papel, denominado de efecto sumidero, que desempeñan los agricultores y ganaderos.
Es lo que se ha dado en llamar el secuestro de carbono. La Comisión Europea ha dado esta semana el primer paso en este sentido. Pero es tan solo eso, un primer paso en un camino que todavía está lleno de dudas e interrogantes. No obstante, no tengo la menor duda de que en el futuro habrá una ayuda a los que secuestren carbono. En el caso de los agricultores y ganaderos, hace falta saber cómo será y, sobre todo, si sale de los fondos de la PAC, como quieren algunos, o se paga con cargo a fondos externos a los de esta política. Está claro que hay que conseguir esto último.
Finalmente llegamos al agua. Las reservas de agua dulce cada vez son más escasas y, por lo tanto, más valiosas. España es un claro ejemplo de ello. Nos encontramos en pleno debate de la planificación hidrológica. Lo más llamativo es lo que suceda con el Trasvase Tajo Segura, pero no es lo único, ni mucho menos. Hace falta buscar un mínimo denominador común para aprovechar y repartir los recursos hídricos existentes. Es difícil, pero no debería ser imposible. Toca intentarlo. Sin embargo, mucho me temo que la proximidad de las elecciones municipales y autonómicas no va a contribuir a ello. En cualquier caso lo pediré una vez más: hace falta un Pacto de Estado por el Agua.
Por César Lumbreras
