Castilla y León ha aprobado una estrategia de gestión integrada y permanente de actuaciones para controlar la presencia del topillo en las explotaciones agrarias de la región. Así lo dio a conocer el jueves 31 de enero, la consejera de Agricultura y Ganadería, Milagros Marcos, tras el Consejo de Gobierno.
Se trata de una estrategia «preventiva» que conjuga medidas de manejo agrario con el respeto al medioambiente. El objetivo es evitar esas plagas que se dan cada cinco, seis o siete años en la Comunidad y, para ello, cuentan con la figura del agricultor colaborador, de los que ya hay 52 y que alertan y ayudan a la «detección temprana» y a aplicar determinadas prácticas.
La estrategia incluye un sistema de niveles de riesgo de topillos que se articula en colores, que van de menor a mayor peligro del verde al rojo, pasando por el amarillo y el naranja, en función de las poblaciones detectadas, los cultivos y entorno.
También incluye un régimen sancionador, acorde a la ley de sanidad vegetal, que va desde simples apercibimientos a multas de entre 300 euros y 3 millones de euros, en los casos en los que la acción sea muy grave y haya podido dar lugar a que la plaga se extienda.
Medidas para combatir la plaga
Según ha informado la consejera, las medidas van desde las buenas prácticas voluntarias para minimizar el riesgo en los cultivos, a las fitosanitarias -obligatorias cuando se alanza el nivel naranja o rojo en el riesgo de topillos-.
En el caso de que el nivel de riesgo sea alto, las actuaciones fitosanitarias serán obligatorias. Además de las buenas prácticas anteriores, también se contemplan la emisión de recomendaciones básicas de manejo agrario a los titulares de parcelas afectadas; prácticas de cultivo limitantes para el desarrollo de poblaciones de topillo campesino; y limpieza de la cubierta vegetal en cunetas, lindes, regatos o desagües adyacentes a las parcelas.
Así como el levantamiento de las parcelas abandonadas de cultivo, perdidos, barbechos, praderas, alfalfas y otros herbáceos plurianuales; el arado profundo de los rastrojos; y el control biológico mediante el fomento de los depredadores naturales a través de la instalación de cajas nido.
También se prevé la utilización de sistemas de trampeo así como, «si otras medidas no dan resultado y la situación es de riesgo de plaga», de productos rodenticidas autorizados y registrados.