Una explotación lechera australiana comercializa leche producida por vacas alimentadas con algas que reducen las emisiones de metano. Se trata de una primicia mundial.
Un nuevo tipo de leche ha aparecido en los estantes de los supermercados de Tanzania (Australia). Se vende bajo la marca “Eco-milk” y procede de vacas alimentadas con algas, que ayudan a reducir las emisiones entéricas de metano de los rumiantes.
La explotación lechera familiar Ashgrove, con sede en la región, afirma ser la primera del mundo en comercializar leche producida por vacas alimentadas con estos aditivos. Alimenta a unos 500 animales con un aceite que contiene extracto de algas marinas.
Richard Bennett, copropietario de Ashgrove, afirma haber logrado «una reducción del metano de alrededor del 25%». Una botella de dos litros de leche cuesta 25 céntimos más que la de leche normal.
Una botella de dos litros de leche cuesta 25 céntimos más que la de leche normal
Sin duda, la experiencia de la central lechera australiana será seguida de cerca por los fabricantes de todo el mundo, sobre todo en lo que respecta a la evolución de las ventas. Muchas explotaciones de leche están interesadas en utilizar aditivos alimentarios para reducir las emisiones procedentes de la digestión del ganado. Desde hace algunos meses, Bel anima a los ganaderos franceses a utilizar la solución de Bovaer, un aditivo químico, en las raciones de sus vacas.
Una solución que se está estudiando en Francia
Según un reciente informe del CGAAER, la adaptación de la alimentación animal es una de las mejores formas de reducir las emisiones de la ganadería a corto plazo. Las algas con mayor potencial para reducir las emisiones de metano entérico son las del género Asparagopsis, como la cultivada en Australia por Sea Forest, la empresa que suministra a Ashgrove.
Este tipo de algas crece “en aguas tropicales a templadas cálidas”, señala el CGAAER en su informe. Según los expertos, su capacidad para inhibir el metano está relacionada con la presencia de grandes cantidades de bromoformo. Aunque esta alga está presente en el mediterráneo y el atlántico, parece “difícil prever el desarrollo de una industria de producción en Francia continental”, estima el CGAAER.