La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha apuntado que en 2019 no se esperan problemas de producción, aunque sí podrían caer los precios internacionales de los alimentos básicos por la debilidad de la demanda.
El experto de Naciones Unidas, Adam Prakash, ha explicado que existe “cierta ralentización económica a nivel global, particularmente en China”, que puede influir en la demanda.
De esta forma, según Prakash, el índice de la FAO que mide la evolución de los precios de los alimentos “podría caer más por la débil demanda” este año.
En 2018, este indicador registró un promedio de 168,4 puntos, un 3,5% menos que en 2017 y un 27% menos que el máximo alcanzado en 2011. Los valores que más bajaron fueron los del azúcar (el 22% anual), seguidos de los de los aceites vegetales (15%), los productos lácteos (4,6%) y la carne (2,2%).
Por el contrario, los precios de los principales cereales se incrementaron un 9% “debido sobre todo a cierta escasez de trigo y maíz en el suministro, pero no es el caso este año”.
En este sentido, ha añadido que aunque pueden registrarse eventos meteorológicos extremos o brotes de enfermedades que causen escasez puntual de oferta, todavía existen importantes excedentes para compensar.
Tensiones comerciales
Por otro lado, también influyen las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, que son una fuente de “incertidumbre”, sobre todo teniendo en cuenta que el gigante asiático “es uno de los grandes actores en el mercado global como importador de materias primas”.
Las negociaciones actuales entre las dos potencias van encaminadas a evitar que Estados Unidos eleve los aranceles que mantiene a productos chinos a cambio de que, por ejemplo, Pekín compre soja estadounidense.
En ese mercado, Prakash ha explicado que el país asiático podría estar buscando otras formas de abastecerse, estrategia que puede beneficiar a otros productores de soja como Brasil y Argentina.
Finalmente, ha señalado que los resultados del censo agrícola que anunció China a finales del año pasado han despertado inquietud en los analistas, ya que presentan una revisión al alza de 312 millones de toneladas de cereales en una década y es el equivalente a la producción anual de la Unión Europea.