El presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE), Andrés del Campo, ha instado a la Administración a poner en marcha medidas estructurales como las obras de regulación y la limpieza de cauces y riberas de los ríos para poder paliar las consecuencias de fenómenos climáticos extremos (sequías o intensas nevadas) derivados del cambio climático.
Precisamente la organización ambiental SEO/BirdLife aseguraba recientemente que no es cierto que el Ebro esté “sucio” y sea necesaria una “limpieza”. De hecho consideraba estas prácticas un “derroche económico” demostrado por la propia Confederación Hidrográfica del Ebro.
En cualquier caso, para FENACORE, anticiparse a las situaciones de crisis minimizará las consecuencias económicas «tan negativas» como las producidas por el impacto de la última crecida del Ebro, cifrada por el Gobierno de Aragón en 25 millones de euros.
A su juicio, el análisis y estudio de las zonas de los ríos que necesitan una limpieza de cauce y ribera; o un dragado en determinados tramos de su recorrido reducirá las graves consecuencias económicas de las inundaciones.
Entre las medidas estructurales que se deberían realizar para reducir el riesgo de que se vuelvan a producir inundaciones, destaca la regulación de los ríos, tal y como establece la normativa comunitaria (Directiva 2007/60/CE).
Asimismo, la Federación ha destacado que la ejecución sostenible de obras de regulación como presas y embalses permitirá aumentar en al menos un 25% la capacidad de las reservas superficiales de agua«.
«Al avanzar en estas infraestructuras hidráulicas se producirá un doble efecto. Por un lado, evitar los daños producidos por las lluvias que, aunque espaciadas en el tiempo se vuelven más torrenciales; y por otro, disponer de agua garantizada en los periodos de sequía».
En este sentido, ha puesto de ejemplo «la eficacia de esta medida en la zona del Guadiana», que cuenta con un conjunto de infraestructuras de regulación y almacenamiento que además de garantizar los recursos necesarios para el riego y abastecimiento, permite que los caudales vertidos en épocas de crecidas no produzcan daños aguas abajo.
Crecida del Ebro
La Federación ha destacado la importancia de estas medidas para evitar que se vuelvan a repetir inundaciones como las de 2015 en Zaragoza, donde fue necesario inundar campos de cultivo «para evitar males mayores en la ciudad».
A su juicio, una buena muestra de que si el río tiene cada vez menos calado, provoca que inevitablemente en época de crecida el área inundada sea mayor, produciendo más daños y que estos sean más severos.