La Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos se ha mostrado “contraria y critica” a la medida propuesta por la Comisión Europea -examinada durante el Consejo de Ministros de Agricultura el día 10 de octubre- que prohibiría el uso de productos fitosanitarios en las tierras agrarias que los agricultores declaran para cumplir las condiciones impuestas por el greening.
Durante el Consejo, la Comisión insistió en llevar a cabo la medida a partir del 1 de enero de 2018. De llevarse a cabo, según la organización, las siembras de leguminosas y proteaginosas sufrirían un importante retroceso como cultivos de interés ambiental.
La Unión de Uniones ha recordado que, desde la entrada en vigor de la Reforma de la PAC, más de 300.000 agricultores en España están obligados a respetar determinadas prácticas agroambientales para acceder a la parte “verde” de las ayudas directas, entre las cuales está la de reservar el 5% de su explotación como superficie de interés ecológico, pudiendo optar para respetar esta exigencia por la implantación de cultivos fijadores de nitrógeno.
De este modo, con la entrada en vigor de esta medida, las siembras de proteaginosas -de las que España es deficitaria- se incrementaron en más de un 33 % entre la campaña PAC 2014 y la 2015, sobre todo en cultivos como el guisante o las habas (pero también con crecimientos notables en alfalfa y veza); producciones que cumplen un importante papel de fijación del nitrógeno en el suelo.
En España en la primera campaña de aplicación del greening unos 50.500 agricultores han acreditado como superficie de interés ecológico más de 711.000 hectáreas de cultivos fijadores de nitrógeno.
La Unión de Uniones ha insistido en que la prohibición del uso de fitosanitarios en estas superficies representa una dificultad importante para el mantenimiento de estas producciones, propensas a ataques de plagas, y que sin los adecuados tratamientos, pueden mermar los rendimientos hasta arruinar la cosecha.
“La imposibilidad de realizar dichos tratamientos, tal y como propone la Comisión, tendría un efecto ambiental negativo y contrario al pretendido», según la organización, porque “se reduciría la superficie de cultivos fijadores de nitrógeno, lo que aumenta la necesidad de aporte de fertilizantes al suelo” .
Además, “las reducciones de producción de proteaginosas y leguminosas”, se podrían acabar cubriendo con mayores importaciones de cultivos como la soja, “en su mayor parte transgénicos “.