El Gobierno francés ha anunciado este jueves que aprobará un decreto que obligará a que en las etiquetas de la miel aparezcan los países de origen para que el consumidor pueda elegir con conocimiento de causa y para luchar contra los equívocos y los fraudes. El proyecto se notificará en los próximos días a la Comisión Europea.
Según han explicado los Ministerios de Agricultura y de Economía, el etiquetado actual es poco claro. Se refieren en particular a menciones del tipo «mieles originarias y no originarias de la Unión Europea», que en la práctica significa que ese envase puede contener cualquier mezcla de cualquier país del mundo.
La nueva normativa francesa que se va a someter al examen de Bruselas obligará a que cuando se mezcle miel procedente de diferentes países habrá que precisar por orden decreciente todos aquellos que representen más del 20% del total.
Para el Ejecutivo, el hecho de que la producción nacional (entre 20.000 y 30.000 toneladas según los años) no baste para satisfacer la demanda (unos 40.000 toneladas anuales) aumenta los riesgos de fraude sobre su origen, y en particular que se intente presentar como francesa miel la que no lo es.
En los dos últimos años, los servicios antifraude franceses realizaron controles en 317 establecimientos que dieron lugar al examen en laboratorio de 262 muestras. En un 32% de los casos detectaron anomalías.
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