Un grupo de investigadores de la Universidad de Córdoba (UCO) ha diseñado un nuevo método para impedir el crecimiento del Fusarium oxysporumesses, uno de los hongos patógenos más importantes del mundo debido a su capacidad para atacar a más de cien cultivos distintos.
Una de las características de este hongo es que puede pasar desapercibido en el suelo durante más de 30 años, pero cuando germina crece directo hacia la raíz de las plantas, coloniza todo su sistema vascular y marchita los cultivos, llegando a ocasionar pérdidas millonarias.
Para combatirlo, los investigadores han ideado un sistema que podría impedir el desarrollo del patógeno. En concreto, el trabajo describe por primera vez uno de los mecanismos que utiliza para propagarse e identifica una molécula que emplea para reproducirse. Se trata de la feromona autocrina, una sustancia producida por una gran variedad de organismos para enviar señales químicas entre seres de distinto sexo con fines reproductivos.
Sin embargo, este hongo la utiliza para captar información sobre la cantidad de población de su misma especie que hay alrededor. «Si el patógeno detecta poca población, produce filamentos para colonizar el suelo. Si, por el contrario, percibe que ya hay demasiada y que el espacio está lo suficientemente ocupado, las esporas no germinan».
Este trabajo abre la puerta a una futura manipulación del desarrollo del patógeno
Según los investigadores, el mecanismo que han descrito les ha orientado para cortocircuitar el crecimiento del patógeno. En uno de los experimentos del estudio comprobaron que, tras suministrarle al hongo la feromona sintetizada artificialmente, el patógeno interrumpía su reproducción ya que «recibe el falso mensaje de que hay overbooking a su alrededor y frena su crecimiento».
«De esta forma, el hongo se comporta como si hubiera mucha densidad de población, aunque en realidad no la hay», ha explicado Antonio Di Prieto, uno de los investigadores.
Este trabajo abre la puerta a una futura manipulación del desarrollo del patógeno. Los investigadores no descartan que este sistema de propagación descrito en la publicación pueda ser extensible a un grupo de hongos mucho mayor integrado por más de 60.000 especies: los ascomicetos.