En 2020, la situación de inseguridad alimentaria se vio fuertemente degradada afectando a un total de 928 millones de personas, es decir, 148 millones más que en 2019. Así lo advierten la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA), la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). La pandemia de Covid-19 es la razón principal de este aumento.
Debido a los conflictos, la variabilidad del clima (principalmente fenómenos climáticos extremos) y las crisis económicas (exacerbadas por la pandemia del Covid-19), cerca del 12% de la población mundial (928 millones de personas) estaban en situación de inseguridad alimentaria grave en 2020, es decir, 148 millones más que en 2019, subrayan en su informe anual sobre el Estado de la inseguridad y de la nutrición en el mundo publicado el pasado 12 de julio, la FAO, el FIDA, la OMS, el PAM y UNICEF.
Se trata del aumento más importante desde al menos quince años (+18%), alertan los autores. De este total, 418 millones, 57 millones más, viven en Asia; 282 millones en África, y 60 millones, lo que supone 14 millones más en América y el Caribe.
Por otro lado, el informe añade que África sigue siendo la única región donde los aumentos de la prevalencia de la desnutrición observada en el período 2017-2019 están ligados a los tres factores (conflictos, fenómenos climáticos extremos y retroceso económico).
Impacto del Covid-19
Para 2030, los autores prevén que “todavía 660 millones de personas podrían pasar hambre”. Sin embargo, el documento precisa que la evolución entre 2020 y 2030 sigue siendo variable según las regiones.
En Asia, se prevé una disminución sensible (de 418 millones a 300 millones de personas), mientras que en África se espera un aumento significativo (más de 280 millones a 300 millones de personas). “Estos datos situarán a este continente en igualdad de condiciones con Asia de aquí a 2030 como las regiones región que cuentan con el mayor número de personas desnutridas”, advierten los autores.
Soluciones específicas
Para reforzar la seguridad alimentaria de manera sostenible, el informe propone varias pistas de reflexión según los factores desencadenantes. En las zonas afectadas por los conflictos, es conveniente “mantener en la medida de lo posible las funciones de los sistemas alimentarios y equiparar las medidas de ayuda humanitaria inmediatas”.
Frente a los riesgos ligados al clima, el documento recomienda una “adopción generalizada de técnicas de producción climático-inteligentes y respetuosas con el medio ambiente o incluso la conservación y la reconstrucción de los medios naturales permitirían reforzar la resiliencia de los sistemas alimentarios”.
Por último, en caso de crisis económica, “es imperativo apoyar suficientemente los medios de existencia más vulnerables, garantizando el mantenimiento de la producción y del acceso a los alimentos nutritivos”.