En el editorial de LA RAZÓN del pasado miércoles se afirmaba que «debería haber alguien en el Gobierno que sepa cómo tratar con los marroquíes». Pues, en teoría, al menos hay un ministro que puede cumplir con ese papel. Se trata del titular de la cartera de Agricultura, Pesca y Alimentación. Luis Planas fue embajador político en este país con el Gobierno de Zapatero durante seis años, entre 2004 y 2010. Se supone que por este hecho ya es conocedor de lo que sucede en Marruecos. Pero es que, además, por las responsabilidades en materia de Agricultura y Pesca, debe seguir muy de cerca lo que pasa en Rabat. Y lo hace tanto por cuestiones profesionales como personales, ya que según incluyó en su declaración de bienes es propietario de un inmueble en Marruecos. Planas mantiene buenas relaciones con la embajadora marroquí que ha sido llamada a consultas. Además, el miércoles 5 de mayo tenía previsto un encuentro telemático con su colega de este país que fue cancelado en el último momento por razones «de agenda». Pero es evidente que se trataba de una señal por la hospitalización en La Rioja del máximo dirigente saharaui. Vamos, que Planas estaba advertido.
Por si todo lo anterior no fuese suficiente, resulta que la esposa del ministro de Agricultura, María Jesús Herrera Ceballos, es la directora de la oficina en España de la Organización Internacional de Migraciones de la ONU, que se supone algo tendrá ver en el problema migratorio, uno de los más importantes en las relaciones entre España y Marruecos. Por todo ello, y por las consecuencias para los sectores agrario y pesquero de lo que pase en las relaciones bilaterales, resulta muy extraño el silencio de Planas ante lo que ha sucedido.