“Cuando uno es agricultor o ganadero no es el demonio. No, no es el enemigo del bienestar animal y de la agricultura, de la alimentación sana”. Son palabras del presidente Macron pronunciadas esta misma semana en la televisión francesa, en una intervención con motivo de la fiesta nacional de su país. Otra frase: “al ayudar a los agricultores, al invertir, vamos a construir una soberanía agrícola que no existe. Hoy yo importo la mayor parte de mis proteínas. Puedo producirlas en Francia, en Europa”. Estaba desvelando Macron su Plan de Recuperación cuando realizó estas afirmaciones. El citado plan de “recuperación industrial, ecológica, local, cultural y educativa” supondrá 100.000 millones de euros, de los que una parte se destinarán al sector agrario. Macron puso como ejemplo lo que pasa en el sector de las proteínas vegetales. La UE es muy deficitaria, pero fomentando la producción aquí se podría reducir mucho esa dependencia del exterior y, sobre todo, de la soja.
¿Alguien se imagina a Pedro Sánchez haciendo unas declaraciones de este tipo? Tan solo un ejemplo: hasta el momento el Gobierno en el que Luis Planas es ministro ha anunciado que pondrá 10 millones de euros para el ovino, otros 10 (aunque luego se retiró la cifra) para el cerdo ibérico y otros 10 para la flor cortada. De momento, no ha llegado un solo euro y ya veremos lo que entra finalmente en el bolsillo de los agricultores y ganaderos de esos 30 millones que se han anunciado en concepto de ayudas adicionales por el coronavirus, porque el dinero que se ha destinado al vino no es una partida adicional, ya que estaba presupuestado con anterioridad para este sector. Insisto, eso es todo lo que ha puesto encima de la mesa el Gobierno de Sánchez, de Iglesias y de Planas para apoyar a los agricultores y ganaderos españoles. Mientras tanto, siguen las espadas en alto en Bruselas, en la complicada negociación del Marco Presupuestario 2021-27 y del Fondo de Recuperación, en la que los agricultores y ganaderos se juegan mucho.