La Comisión Europea ha adoptado un método común para medir el volumen de alimentos desperdiciados. El objetivo es ayudar a los Estados miembros a cuantificar el desperdicio que se produce en cada fase de la cadena alimentaria.
Según Bruselas, sobre la base de una definición común de lo que se entiende por desperdicio alimentario, la metodología común garantizará una vigilancia coherente de los niveles de desperdicio en toda la UE. La Comisión ha recogido esa metodología en un acto delegado, acompañado de un anexo, que debe recibir el respaldo del Parlamento Europeo y el Consejo de la UE.
En él establece qué debe medirse como residuo alimentario en cada etapa de la cadena alimentaria y de qué forma proceder para esa medición. Por ejemplo, en la fase de la producción primaria deben cuantificarse los residuos de tejidos vegetales y animales; en la de transformación, los residuos de la preparación y elaboración de carne, pescado y otros alimentos de origen animal, entre otros, y en fases posteriores los residuos biodegradables de cocinas y restaurantes o los aceites y grasas comestibles usados en los hogares.
El texto contempla cierta flexibilidad en cuanto al sistema para recoger los datos a nivel nacional. Sobre la base de este método, los Estados miembros deben poner en marcha un marco de seguimiento y determinar cuál es la situación en 2020 con el fin de proporcionar a Bruselas los primeros datos nuevos sobre la evolución del desperdicio alimentario para mediados de 2022.
La Comisión Europea ha puesto de manifiesto que gracias a la revisión de la legislación de la UE sobre los residuos, que se adoptó en mayo de 2018 en el marco del plan de acción a favor de la economía circular, se han aprobado medidas específicas de prevención y se ha obligado a los Estados miembros a poner en marcha programas nacionales para reducir el desperdicio de alimentos en cada fase de la cadena, desde el productor primario al consumidor.
El objetivo de la UE en esta materia es reducir a la mitad de aquí a 2030 el desperdicio alimentario por habitante a nivel de la distribución y del consumo y a reducir las pérdidas alimentarias en toda la cadena.
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