Dice el refrán que lo que no mejora empeora. Y vaya si empeora, sobre todo, si quien tiene la responsabilidad sobre el asunto se desentiende y despreocupa absolutamente de lo que está sucediendo.
Hace un año, los resultados de las urnas y el recién formado Gobierno no auguraban nada bueno, y a ello hemos tenido que sumar las consecuencias de la pandemia y con ella una crisis sin precedentes que, para más inri, ha sido aprovechada para impulsar y acelerar una agenda política en la que el sector agroalimentario no tiene cabida.
Un año en que la agricultura ha sido totalmente ninguneada y atacada por el propio Gobierno. Los ejemplos son tan elocuentes como sangrantes: el azúcar mata, los lunes sin carne, los esclavos en el campo español, la ocurrencia de que el vino es la droga más consumida en España, o la más reciente que choca frontalmente con la producción segura de huevos. Todo esto podría parecer una broma pesada o quedar en una mala pesadilla si no fuera porque se está utilizando para justificar la falta de apoyos y recortes presupuestarios a un sector imprescindible, que aporta casi el 12% a la economía nacional, el agroalimentario. Si no fuera porque está provocando inseguridad alimentaria, falta de confianza y con ella reducción de consumo de productos españoles ante el aplauso del Gobierno y el beneplácito de su principal responsable, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Los decibelios de los aplausos aumentan con el mismo ritmo que lo hacen la reducción del presupuesto y los recortes de los fondos al medio rural.
Primero fue la nefasta negociación de la PAC. Mientras el presupuesto europeo regulado en el llamado Marco Financiero Plurianual ha crecido un 6% y la principal política, la PAC ha caído en ayudas directas más del 10%. Mientras todo el sector se echaba las manos a la cabeza por la pérdida de fondos y el aumento de las exigencias ambientales, el máximo responsable, el Sr. Planas seguía negándolo y aumentando la frecuencia de sus aplausos.
Poco después, comenzó la batalla del reparto entre los Ministerios de los 140.000 millones de euros de los llamados fondos europeos de recuperación Covid-19, oportunidad de nuevo perdida, pues una vez más se dejó al sector agroalimentario en pañales. Tan solo se le asignó un 0,75% del total, y no para destinarlo a incrementar las ayudas al sector, sino para sustituir lo que hasta este momento ponía el Gobierno.
Y por si fuera poco, gracias al inestimable apoyo de Vox, la gestión íntegra de todos estos fondos, de los 140.000 millones de euros comprometidos ya en julio por la Unión Europea, se va a gestionar de forma unilateral y exclusiva por parte del Gobierno. Si el campo albergaba alguna esperanza de que mejorase el reparto y se atendieran las propuestas que habíamos elaborado conjuntamente desde el Partido Popular con todos los representantes del sector, la abstención de los de Abascal en el Congreso el pasado jueves lo hace totalmente imposible. El reparto se hará a conveniencia exclusiva del Gobierno y todos sabemos que la agricultura no está precisamente entre sus prioridades.
Unos meses antes ya habíamos presenciado algo parecido con los Presupuestos Generales de Estado, donde Vox tampoco se dignó en aparecer para intentar impedir las tropelías del Gobierno. En aquella ocasión, el Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación se dejó meter la mano en la cartera y perdió incomprensiblemente los fondos que hasta ahora le llegaban del propio Gobierno sustituyéndolos por la limosna que le dejan de los fondos europeos. No hay nuevas ayudas para el sector agrario en su propio Ministerio, y la agroalimentación se convierte en la industria más ninguneada a pesar de ser la primera del país. Y mientras, sus responsables siguen batiendo palmas con ahínco y alabando la grandeza y generosidad de su señor, incluso fiando su futuro a la limosna que pueda llegar de quien se ha llevado el gato al agua, el Ministerio de Transición Ecológica, que por el camino, ha olvidado también el apellido de Reto demográfico a juzgar por los escasos 17 millones de euros que aparecen en ese mismo presupuesto para el Comisionado para la despoblación.
Lo único que le sube al medio rural son los impuestos, a los plásticos de un solo uso, a la digitalización que no llega, a los residuos, a los seguros, a la matriculación de vehículos, a las bebidas azucaradas y por ende a la remolacha, a las frutas para zumo, etc. Para eso sí, para subir impuestos si tienen bien presente al sector agroalimentario.
Lo único que le sube al medio rural son los impuestos
El último baño de realidad, ha llegado esta misma semana, pues el día 27 de enero se publicaba en el BOE el primer recorte de la PAC. No deja de llamar la atención que incluso estando escrito, nada más y nada menos, que en el Boletín Oficial de Estado, el Excelentísimo Sr. Ministro lo siga negando.
Lo que tendría que haber sido exclusivamente una prórroga de las actuales condiciones hasta 2023, tal y como ha establecido la Comisión Europea, ha sido aprovechado por el Gobierno para, sin acuerdo alguno, sin necesidad alguna, sin exigencia alguna, sin contar con nadie, ni escuchar a nadie para recortar las ayudas directas un 4% y modificar el modelo actual.
Nos quieren hacer creer que la convergencia acelerada, sin esperar a los cambios en la regiones productivas, cuando ya están planificadas las cosechas, y eliminando el límite de pérdidas del 30%, es bueno y que lo hacen por nuestro bien. Pretenden convencernos de que es más progresivo hacer en dos años lo que se podría hacer en siete si se considerase necesario, o que cambiar los criterios y dejar sin ayudas a la ganadería de cebo sin pastos es más progre.
El Gobierno lleva un año ejecutando recortes en el sector. Sigue su hoja de ruta, y lo hace con premeditación y alevosía, deben de pensar que siempre será mejor empezar a quitar el dinero ahora poco a poco, que en 2023, año electoral. Y si la cosa se sube de tono y los agricultores se dan cuenta, se buscan culpables, siempre se le puede culpar a Bruselas, acudir al mensaje del buenismo y reforzar el aplauso al gran Ministro. Todo antes que ensombrecer con algo tan mundano como los recortes de la PAC el relato triunfalista diseñado por los 1.200 asesores de Moncloa para 2023
Están saqueando el campo y esquilmando a los que viven de la agricultura y no tienen ni la valentía ni la decencia de dar la cara ni de reconocer que están recortando las ayudas
Los agricultores y ganaderos de este país no son tontos, señor Ministro, y saben que les está intentando engañar. Saben que un buen político debe anticiparse a los problemas, dar la cara, proponer soluciones, negociarlas y consensuarlas con los afectados para minimizar los riesgos y los impactos negativos.
Un buen político pelea por su sector, lo defiende ante los ataques de propios y ajenos, en ningún caso aplaude recortes, se pone de perfil ante ataques infundados e intenta hacer comulgar con ruedas de molino a gente noble y trabajadora que solo pretende sobrevivir a la incapacidad de sus gobernantes nacionales.