Los representantes de los remolacheros y de la industria azucarera de la Unión Europea reclaman “soluciones rápidas y eficaces para que los productores de remolacha eviten pérdidas sustanciales de rendimientos por la incidencia de plagas y enfermedades”, ahora que el Tribunal de Justicia Europeo ha decidido que no puede autorizarse el uso excepcional de neonicotinoides prohibidos en el tratamiento de las semillas.
La Asociación Europea de Fabricantes de Azúcar (CEFS), la Confederación Internacional de Productores Europeos de Remolacha (CIBE) y el COPA-COGECA (organizaciones y cooperativas agrarias de la UE) han emitido un comunicado conjunto en el que subrayan que el virus del amarilleamiento de la remolacha, por ejemplo, provocó en Francia en 2020 una disminución del 30% en el rendimiento debido a la falta de acceso a los neonicotinoides.
Apuntan que los institutos de investigación de la remolacha azucarera y las partes interesadas del sector “están trabajando intensamente para encontrar soluciones, pero se necesita más tiempo y aún no hay alternativas efectivas disponibles. Estas alternativas son cruciales para mantener la sostenibilidad de un sector que contribuye a la seguridad y soberanía alimentaria europea, que está bajo una presión creciente”.
La directora de CIBE, Elisabeth Lacoste, considera que “esta decisión incomprensible marca un divorcio entre la interpretación legal y la realidad agronómica que afrontan los productores”, “empuja a muchos de ellos a una situación sin precedentes pocas semanas antes del inicio de la temporada de siembra de remolacha azucarera y conduce a una incertidumbre extrema y a una situación caótica”.
Es urgente, añade, “salir de este punto muerto». Por su parte, la representante de los fabricantes, Marie-Christine Ribera, ha puesto de manifiesto que “la remolacha azucarera es la única forma de producir azúcar en Europa continental. Si los agricultores no pueden cultivarla, la producción de azúcar será inviable.
Las fábricas cerrarán y se perderán puestos de trabajo industriales en algunas de las zonas rurales más vulnerables de la UE. Y los europeos dependerán de importaciones de azúcar menos sostenibles y más emisoras del exterior».