La Comisión Europea está dispuesta a explorar las opciones de un nuevo marco jurídico para facilitar la comercialización en el mercado comunitario de las plantas obtenidas mediante ciertas técnicas de selección genética que actualmente están cubiertas por la reglamentación sobre los OMG (organismos modificados genéticamente).
En opinión de Bruselas, estas nuevas tecnologías tienen potencial para mejorar la sostenibilidad del sector agrario en un momento en el que se están fijando objetivos ambiciosos para reducir el uso de pesticidas y abonos. Sin embargo, hay muchas cuestiones abiertas, como las relativas al etiquetado de estas plantas y su coexistencia con otras producciones, como las ecológicas. Ahora se va a abrir un proceso de evaluación del impacto de esta decisión y de consulta a las partes implicadas. Consciente de que esta segunda fase podría llevar tiempo, Bruselas no ha fijado un calendario.
La Comisión publicó el 29 de abril su estudio, muy esperado, sobre las nuevas técnicas de mejora genética (NBT, New Breeding Techniques), que confirma que la actual reglamentación sobre los OMG, que data de 2001, no está adaptada a las plantas obtenidas por medio de esas tecnologías. Por tanto, y aunque todavía no tiene una idea precisa de la forma jurídica que adoptará, prevé simplificar el procedimiento de autorización de algunas de estas técnicas (llamadas de mutagénesis y de cisgénesis, que se diferencian de la transgénesis de los OMG clásicos), para las que los “perfiles de riesgo” se consideran muy similares a los que pueden obtenerse por medio de técnicas de selección convencionales.
Sin embargo, la Comisión subraya también que hay cuestiones por resolver relacionadas con la coexistencia con la agricultura ecológica y sin OMG, así como con el etiquetado y el derecho de los consumidores a la información y a la libertad de elección.
La comisaria europea de Sanidad, Stella Kyriakides, ha confirmado que estas NBT pueden ser beneficiosas para alcanzar los objetivos de sostenibilidad de la agricultura recogidos en la estrategia “de la granja a la mesa”. “Con la seguridad de los consumidores y del medio ambiente como principio rector, ha llegado el momento de tener un diálogo abierto con los ciudadanos, los Estados miembros y el Parlamento Europeo para decidir conjuntamente el camino a seguir para la utilización de estas biotecnologías en la UE”.
El estudio presentado por la Comisión no es más que el primer paso de un proceso que podría alargarse durante meses, incluso años. Bruselas va a elaborar un estudio de impacto considerando distintos escenarios y después abrirá una consulta pública antes de presentar sus propuestas; estas deberán ser aprobadas posteriormente por los Estados miembros y el Parlamento Europeo.
Adaptarse a una nueva realidad
Este trabajo responde a una petición de los Estados miembros tras una sentencia del Tribunal de Justicia de la UE de 2018. En ella los jueces estimaban que las plantas obtenidas mediante mutagénesis debían considerarse como OMG, teniendo en cuenta la legislación vigente, y estar sometidas, por tanto, a un procedimiento de comercialización y etiquetado adecuados. El Tribunal recomendaba también a la Comisión que actualizara la legislación.
El estudio de la Comisión llega a la misma conclusión: el sistema reglamentario actual de la UE plantea problemas de puesta en marcha y de aplicación, sobre todo en lo que respecta a la detección y la diferenciación de las plantas obtenidas mediante estas NBT que no contienen material genético ajeno.
Los autores del trabajo apuntan también que, dadas las diferencias de vigilancia reglamentaria de estas NBT en otros países, la UE corre el riesgo de afrontar dificultades que podrían suponer limitaciones y perturbaciones del comercio y crear una desventaja competitiva para los operadores europeos. Ello podría suponer también la creación de obstáculos técnicos al comercio que conducirían a conflictos entre la UE y sus socios comerciales.