Agricultura ha presentado ya, por fin, a las autonomías su propuesta de ecoesquemas. Se trata de un instrumento previsto en la nueva Política Agraria Común (PAC), que debe incluirse en el Plan Estratégico nacional y que es de vital importancia, ya que a través del mismo se canalizará alrededor del 25% del montante total de las ayudas que reciban los agricultores y ganaderos beneficiarios de las mismas. Se definen nueve ecoesquemas divididos en dos grandes grupos. En el principal, el más importante, se incluyen siete, a los que se destinarán el 90% de los fondos por un importe total de 996,7 millones de euros cada año; los dos restantes, que forman el llamado ecoesquema complementario, se llevarán el otro 10%. Ya ha habido dos reuniones de la Comisión Sectorial de Agricultura y Desarrollo Rural, formada por los técnicos del Ministerio y de las Consejerías para negociar. En la primera de ellas todavía no había propuesta por escrito.
Dentro del primer grupo se encuentran los siguientes ecoesquemas: el pastoreo extensivo; la agricultura de conservación y siembra directa; las cubiertas vegetales vivas y las cubiertas vegetales muertas. Todo ellos tienen el objetivo de lograr una agricultura baja en carbono. A ellos hay que sumar otros tres: la siega sostenible; la rotación de cultivos con especies mejorantes y otro más destinado a conceder ayudas para las áreas no productivas en tierras de cultivo. Estos tres últimos están agrupados bajo la denominación de agroecología.
Los dos ecoesquemas, que forman parte del complementario, se denominan gestión sostenible de los insumos y el pastoreo racional. Los agricultores y ganaderos que quieran recibir esta ayuda complementaria, además del pago básico, tendrán que acogerse a uno de los ecoesquemas, o varios, dependiendo del acuerdo final que se alcance, y cumplir con algunas de las prácticas establecidas en los mismos, que significarán, en resumen, ser más respetuosos con el medio ambiente y contribuir a luchar contra el cambio climático.
Una vez que se cierre el acuerdo definitivo entre las delegaciones del Ministerio y de las autonomías sobre ecoesquemas y el resto del Plan Estratégico Nacional, el texto deberá recibir el visto bueno de Teresa Ribera y su equipo en todas aquellas medidas y ayudas que se deban otorgar con criterios de carácter medioambiental y de lucha contra el cambio climático, lo que afecta de lleno al apartado de los ecoesquemas. El texto final debe remitirse a Bruselas antes de que acabe el año. El citado Plan español, como el de los restantes Estados miembros, debe ser aprobado por los servicios de la CE.
No bastará con que los del comisario de Agricultura digan que sí, sino que deberán hacerlo también los dependientes del vicepresidente Timmermans, que es el encargado de velar por el cumplimiento del Pacto Verde europeo. De acuerdo con el calendario que se maneja en Madrid, durante septiembre continuarán las negociaciones técnico sobre los ecoesquemas y, posteriormente, a finales de ese mes o de octubre, serán el ministro y los consejeros los que deban cerrar el acuerdo final sobre el Plan Estratégico. Antes habrá que aclarar si ha existido, o no, un pacto sobre los otros puntos que componen el mismo y que no son los ecoesquemas. Según el Ministerio, eso ya está cerrado; según la mayor parte de las regiones, no.