Hoy comienzo con un dato que establece una relación entre olivar y sequía. ¿Sabe usted, querido oyente, qué porcentaje de superficie de olivar está asegurado contra la sequía? Pues tan solo el 4,5 por ciento. Repito, solo el 4,5 por ciento del olivar de secano está asegurado contra el riesgo de sequía. Las cifras son claras, muy claras: de 2,04 millones de hectáreas, tan solo se aseguran poco más de 93.000. Dejo esos datos aparcados ahí, para remontarme a 1981 y 82, en los que se registraron sequías tan fuertes y generalizadas como las de este año. Entonces, los agricultores y ganaderos salieron a las calles y cortaron carreteras, protagonizando sonoras protestas, que se prolongaron varios meses.
A finales de 1982 llegó el PSOE al poder y decidió apostar por un instrumento que ya existía, pero que no se había desarrollado: el seguro agrario. El argumento fue el siguiente: vamos a potenciar el seguro agrario, dando subvenciones para su contratación; así, cuando haya problemas de sequía o cualquier otra inclemencia, los agricultores y ganaderos tendrán cubiertos unos ingresos mínimos y podrán continuar con su actividad.
Pues bien, cuarenta años después, y muchos miles de millones de pesetas y de euros invertidos por las arcas públicas, el sistema español de seguro agrario, basado en el monopolio de hecho de Agroseguro, a mayor gloria y mejor sueldo de sus dirigentes, no ha dado los resultados esperados, como lo demuestran los datos del seguro de olivar citados anteriormente y el hecho de que, ante la situación de sequía actual, el Gobierno haya tenido que anunciar un plan de ayudas directas.
Llegados a este punto quiero recordar algo que pasó hace mes y medio. La directora general del monopolio Agroseguro durante los últimos quince años, Inmaculada Poveda Mínguez, se despidió de su puesto por jubilación con la siguiente afirmación, en una página de publicidad pagada con cargo al dinero público y al que ponen los agricultores y ganaderos cuando suscriben un seguro agrario: «no existe en España un engranaje como el seguro agrario, y con un impacto tan positivo para la sociedad». Vamos, que el seguro agrario, es más importante que la entrada de España en la Comunidad Económica Europea o la incorporación al euro, la sanidad o la educación públicas, hechos e instrumentos claves en estos cuarenta años, en opinión de doña Inmaculada Poveda, que se ha ido de Agroseguro realizando estas afirmaciones con dinero pagado por todos y con el beneplácito y aquiescencia del presidente de Agroseguro, Ignacio Machetti, y de su sucesor, el nuevo director general, Sergio de Andrés, que era el candidato de doña Inmaculada.
¿Cómo se puede hablar de éxito cuando en uno de los cultivos mas importantes para España como es el olivar, el nivel de aseguramiento es del 4,5 por ciento, después de 40 años? En los frutos secos es del 11,4 por ciento y en cultivos herbáceos o en viñedo, otros dos sectores importantes, el nivel de aseguramiento sube, pero no llega la mitad de la superficie. Y del seguro de pastos, mejor no hablar. ¡Que se necesita un sistema de seguros agrarios potente y también eficaz es un hecho evidente! Como lo es también que si el vigente en España actualmente fuese potente y eficaz, los niveles de aseguramiento serían mucho más elevados y, cuando hay sequías, como la actual, no sería necesarias ayudas directas. Estos dos hechos, el bajo nivel de aseguramiento y la concesión de ayudas directas por parte del Gobierno son las pruebas evidentes de que el sistema basado en el monopolio de Agroseguro no funciona, salvo para sus dirigentes, con sueldos suculentos y planes de jubilación, que pagamos todos, muy, pero que muy, generosos. Doña Inmaculada Poveda, don Ignacio Machetti y don Sergio de Andrés, entre otros, son testigos de ello.