El Pregón de este sábado bien podría ser una copia del anterior. En primer lugar, la sequía y falta de agua, mientras los ministros más directamente implicados, es decir, Teresa Ribera y Luis Planas, siguen de chiringuitos, como si no pasase nada. Si escuchamos hablar de Sanabria, lo primero que se nos viene a la cabeza es el lago del mismo nombre y, por supuesto, agua. Pues bien, en esta zona de Zamora hay restricciones de agua. Lo he vivido en primera persona esta semana: entré en una gasolinera de Castro de Sanabria y vi un letrero en la puerta de los servicios que decía “fuera de servicio”. Pregunté a la persona que me atendió y dijo que se había olvidado de quitar el aviso, ya que por la noche se cortaba el agua por las restricciones y los servicios dejaban de funcionar. “Todo el mundo piensa que en esta zona somos ricos en agua y no es así”, añadió. Más gráfico, imposible. Mientras tanto, la sequía va a más y ya adelanto que las previsiones a medio plazo para el otoño no son buenas. No obstante, dejemos abierta una puerta a la esperanza.
En segundo lugar, aunque el orden se puede cambiar, el fuego y los incendios forestales. En las dos últimas semanas he visitado la zona de Santo Domingo de Silos en Burgos, la Sierra de la Culebra en Zamora y diferentes puntos de Galicia para comprobar “in situ” los daños causados por la primera gran oleada de incendios que tuvo lugar en julio y al comienzo de agosto. Ahora andamos metidos de lleno en la segunda, que se ha cebado con las zonas más próximas al Mediterráneo. El panorama que he visto es desolador; más bien aterrador, y eso que todavía estamos muy lejos de conocer todas las consecuencias para las zonas afectadas. En materia de extinción serán los profesionales del asunto los que deban extraer las conclusiones pertinentes. Ahora bien, en lo que respecta a la prevención está claro que hay que contar con la gente que habita en el entorno y que se debe gestionar el aprovechamiento y la limpieza de los montes y del territorio sobre esta premisa. No olvidemos que la biomasa de los montes puede proporcionar mucha energía.
En tercer lugar, en muchos de nuestros pueblos continúan con las celebraciones de sus fiestas patronales. En una parte de ellos han vivido recientemente, o incluso están viviendo en estos días, los efectos del fuego o de la falta de agua corriente en sus casas o en las fuentes. Como decía la semana pasada, son jornadas de bullicio, con las calles llenas, durante los que se vive una especie de espejismo. De hoy en diez días gran parte de ese bullicio habrá desaparecido y cuando dentro de un mes (este año el 23 de septiembre) llegue el otoño, esos pueblos habrán vuelto a su ambiente (alguno podrá decir a su falta de ambiente) habitual. ¡Esperemos y roguemos para que el tiempo del otoño sea el que corresponde a esta época del año, es decir, lluvioso! Mientras tanto, hagamos como los ministros Ribera y Planas, ¡disfrutemos de los últimos días de chiringuitos y lugares de esparcimiento!