A poco que se pise el campo y los despachos más directamente relacionados con el sector agrario en estos momentos, es decir, esos en los que se tramitan las solicitudes de ayudas de la PAC, se constata el hastío y hartazgo de los agricultores y ganaderos y también de los que hacen el papeleo, por la carga burocrática que supone la nueva PAC y el Plan Estratégico impuesto por Luis Planas. Hay una coincidencia generalizada: lo que el año pasado se hacía en una hora, en este 2023 lleva tres. Y así va a ser muy difícil, por no decir imposible, que se puedan tramitar todas las solicitudes en el periodo establecido. Este año, más que nunca, se impone una prorroga del plazo.
Y, además, cuando muchos beneficiarios van a hacer el papeleo se encuentran con la sorpresa de que el importe de las ayudas de este 2023 es muy inferior al de 2022. Supongo que habrá casos en los que las ayudas suban, pero, de momento, yo solo conozco a uno que haya resultado beneficiado por el Plan Estratégico de Planas. En próximas semanas desvelaré quién es cuando hayamos hecho todas las comprobaciones.
Hasta los propios ministros de Agricultura han constatado este aumento de la carga burocrática y de las complicaciones. Lo reconocieron abiertamente en la reunión del Consejo Agrícola que tuvo lugar el martes en Luxemburgo, en la que anunciaron que tienen previsto presentar muchas modificaciones de sus planes estratégicos. Coincidieron en decir que no se ha cumplido con el objetivo de simplificación de la PAC, premisa bajo la que la Comisión Europea presentó su propuesta. Habrá que recordar a los ministros que ellos también son culpables de que la nueva PAC sea mucho más compleja porque fueron los que la aprobaron.
Mientras tanto, en el Parlamento Europeo, los eurodiputados de la Comisión de Agricultura han pedido a la Comisión Europea que elabore un plan estratégico para garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo que se base en el mantenimiento de la producción agraria. Es decir, piden lo contrario de lo que se ha hecho con esta nueva PAC, que ha dado prioridad al componente verde, en lugar de al factor productivo, tarea fundamental de la actividad agraria.
Y, a caballo entre Bruselas y Madrid, está el lío Doñana y la pelea entre socialistas y populares. No voy a entrar hoy en el fondo del asunto, sino que me quedaré en aspectos formales, también muy importantes. Primera coincidencia o casualidad: Luis Planas Herrera, el hijo del ministro de Agricultura, es asistente político de la directora general de Medio Ambiente de la Comisión Europea, que ha enviado cartas con amenazas a España. Luis Planas hijo quiere hacer carrera política, como el padre, y ya es secretario general del PSOE en Bruselas y miembro de la ejecutiva de este partido, además de figurar en la última candidatura al Parlamento Europeo. Está en su perfecto derecho y nosotros de contarlo.
Segunda casualidad o coincidencia: con el asunto Doñana en plena ebullición, esta semana se ha paseado por Madrid doña Florika Fink-Hooijer, que casualmente es la citada directora general de Medio Ambiente de la Comisión Europea; se ha entrevistado con Teresa Ribera y con Fernando Miranda, mano derecha de Luis Planas. Puede ser todo casualidad, pero es mucha casualidad.
Y, para terminar, Luis Planas padre visita hoy Montilla. Allí quería entrevistarse con representantes del sector del vino; el alcalde actual ha presionado lo suyo, pero no lo ha conseguido y han tenido que rectificar la agenda del ministro deprisa y corriendo. Y es que ahora no pueden ver a Planas ni en Montilla, cuando no hace mucho le hicieron capataz de la vendimia. Cosas de la vida.
Por César Lumbreras
