El grupo de productores de patata del noroeste de Europa (NEPG, Francia, Alemania, Países Bajos y Bélgica) ha mostrado su preocupación por la posibilidad de que los agricultores aumenten su superficie entre 2024 y 2025. Las organizaciones francesas ya alertaron de ello hace unas semanas, explicando a los productores galos que deben seguir la demanda de los industriales y no adelantarse a ella.
El NEPG indica que la reciente subida de las cotizaciones, que han pasado de 12,5 euros/100 kilos del período octubre-noviembre de 2024 a 30 euros en febrero de 2025, y que considera “sorprendente”, oculta en realidad un mercado muy incierto, que podría dar un giro en caso de aumento de la oferta.
El grupo recuerda que la cosecha en los cuatro principales países productores europeos aumentó un 6,9% en 2024 respecto a 2023, hasta los 24,7 millones de toneladas. Por otro lado, los costes de producción crecen mientras que los rendimientos están a la baja.
«Las exportaciones de productos a base de patata congelados del NEPG podría sufrir las futuras decisiones erráticas del nuevo presidente americano»
En el ámbito internacional, la competencia en el mercado de patatas fritas es mayor, con nuevos actores, como la India, China y Turquía. Además, añade, “las exportaciones de productos a base de patata congelados del NEPG podría sufrir las futuras decisiones erráticas del nuevo presidente americano”.
En general, en los últimos años, el impacto del cambio climático, el endurecimiento de la normativa y de la disponibilidad de fitosanitarios, el aumento de los problemas relacionados con el suelo (nemátodos, topillos…) y las enfermedades en desarrollo, así como los problemas y la legislación relativa a los nitratos en las aguas subterráneas, hacen que el cultivo de la patata sea técnica y económicamente más difícil y, desde el punto de vista financiero, más arriesgado. De ahí, insiste el grupo, la necesidad de que los agricultores no se adelanten a la demanda.