El sábado 9 de febrero entrará en vigor la nueva estrategia aprobada por la Consejería de Agricultura y Ganadería de Castilla y León para frenar posibles plagas de topillos en la región, según publica el Boletín Oficial de la comunidad (BOCYL).
Se trata de una estrategia preventiva que conjuga medidas de manejo agrario con el respeto al medioambiente, con el fin de evitar esas plagas que se dan cada cinco, seis o siete años en la comunidad, y para lo que cuentan con la figura del agricultor colaborador.
Según la Consejería, este plan incluye un sistema de niveles de riesgo de topillos que se articula en colores (que van de menor a mayor peligro del verde al rojo, pasando por el amarillo y el naranj)a, en función de las poblaciones detectadas, los cultivos y entorno, y las medidas que hay que aplicar en cada estadillo.
También incluye un régimen sancionador, acorde a la ley de sanidad vegetal, que va desde apercibimientos a multas de entre 300 euros y 3 millones de euros, en los casos en los que la acción sea muy grave y haya podido dar lugar a que la plaga se extienda.
Medidas para combatir la plaga
Entre las medidas para combatir la plaga se encuentran las buenas prácticas voluntarias, para minimizar el riesgo en los cultivos, y las fitosanitarias -obligatorias cuando se alcanza el nivel naranja o rojo en el riesgo de topillos-.
En las zonas de más riesgo se plantean unas prácticas fitosanitarias mínimas. En concreto afectarán a las comarcas agrarias de Pisuerga, en la provincia de Burgos, Esla-Campos y Sahagún (León), Campos (Palencia), Tierra de Campos (Valladolid) y Campos-Pan (Zamora), sin perjuicio de que puedan ampliarse a propuesta de la Comisión de Roedores y Otros Vertebrados y que se distinguirán según el tipo de parcela.
Respecto a las buenas prácticas voluntarias, estas se articulan en tres tipos de actuaciones: para potenciar el control biológico a través del uso de cajas nido; las de manejo de recintos y parcelas agrícolas mediante remoción del terreno, descompactando la tierra o dejando el rastrojo con la mejor altura posible; o actuando sobre las vías de dispersión limpiando la cubiertas vegetales, linderos, caminos o regatos.
En el caso de que el nivel de riesgo sea alto, las actuaciones fitosanitarias serán obligatorias. Además de las buenas prácticas anteriores, también se contemplan la emisión de recomendaciones básicas de manejo agrario a los titulares de parcelas afectadas; prácticas de cultivo limitantes para el desarrollo de poblaciones de topillo campesino; y limpieza de la cubierta vegetal en cunetas, lindes, regatos o desagües adyacentes a las parcelas.
También el levantamiento de las parcelas abandonadas de cultivo, perdidos, barbechos, praderas, alfalfas y otros herbáceos plurianuales; el arado profundo de los rastrojos; y el control biológico mediante el fomento de los depredadores naturales a través de la instalación de cajas nido.
Finalmente se prevé la utilización de sistemas de trampeo así como, “si otras medidas no dan resultado y la situación es de riesgo de plaga”, de productos rodenticidas autorizados y registrados.