Un grupo de investigación en Toxicología de Fauna Silvestre del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos de la Universidad de Castilla-La Mancha ha advertido de los efectos negativos de los plaguicidas organoclorados sobre la salud reproductiva de las aves.
El estudio, realizado en colaboración con el Zoobotánico de Jerez, ha revelado que los huevos de pagaza piconegra en la colonia de la marisma de Mesas de Asta (Cádiz) acumulan los niveles más elevados de diclorodifenildicloroetileno (DDE) de toda la cuenca del Mediterráneo.
En concreto, el trabajo concluye que los cambios producidos en los pigmentos responsables de la coloración de los huevos, debido a la contaminación química, revela un potencial efecto negativo sobre la salud reproductiva de la especie.
¿Qué es el DDE?
El DDE es el resultado del metabolismo de los diclorodifeniltricloroetanos, más conocidos como DDTs, un grupo de plaguicidas organoclorados famosos por su elevada toxicidad y su uso masivo en la agricultura durante la segunda mitad del siglo XX.
Más de cuatro décadas después de la prohibición del uso y comercialización de estos insecticidas, su alta persistencia en el medio ambiente motiva que aún estén presentes en los ecosistemas en altas concentraciones, por lo que siguen biomagnificándose a través de la cadena trófica hasta llegar a las aves.
De este modo, el análisis de DDE en los huevos de las aves, especialmente de las que se alimentan de insectos, como la pagaza piconegra, sirve como biomarcador no invasivo de la exposición a los DDTs y para evaluar el riesgo que supone para su conservación.
Los investigadores han recordado que la pagaza piconegra es un ave migrante de largo recorrido que viaja hasta la Península Ibérica durante la primavera y el verano para criar. La población de la especie en España representa hasta al 85% de las pagazas que usan la ruta migratoria occidental, por lo que el estudio de las que crían en España es de gran relevancia para la conservación de la especie.
La toxicidad de los DDTs y otros compuestos organoclorados altamente persistentes como los bifenilos policlorados (PCBs) se traduce en efectos adversos sobre el sistema reproductivo de las aves, lo que incluye la disminución del grosor de la cáscara de los huevos, haciéndolos más frágiles y fáciles de romper.