Los tres nombres que figuran en el titular van a ser claves en el diseño de la política agraria que se aplicará en España a partir de 2023. El primero es Luis Planas, todavía ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación. Si el Consejo Agrícola de la UE ratifica entre hoy y mañana el acuerdo alcanzado el pasado viernes, ya no tendrá más excusas y deberá presentar en los próximos días a los consejeros de Agricultura su propuesta de Plan Estratégico.
Hasta el momento, Planas no ha enviado un solo documento sobre este asunto y tampoco pactó con los gobiernos regionales la posición que ha defendido en las negociaciones de Bruselas, como muy bien recordó días atrás en el Congreso de los Diputados Milagros Marcos, la portavoz del PP en asuntos agrarios, ante un ministro crispado que, a falta de argumentos, saco a relucir su soberbia y prepotencia.
Planas no ha enviado un solo documento sobre este asunto y tampoco pactó con los gobiernos regionales la posición que ha defendido en las negociaciones de Bruselas
El segundo nombre a tener en cuenta es el de Teresa Ribera, la ministra para la Transición Ecológica, que deberá dar el visto bueno a lo que se decida en la Conferencia Sectorial de Agricultura, en la parte medioambiental de la nueva PAC, que es mucha. Ribera es la interlocutora con Timmermans, el vicepresidente de la Comisión Europea encargado del Pacto Verde, que tiene en sus manos tanto la aprobación definitiva de esos Planes Estratégicos, como el desarrollo de los reglamentos. Vamos, que estos dos últimos «parten el bacalao».