Las imágenes de la Policía reprimiendo la manifestación de agricultores extremeños a las puertas de la feria de Don Benito (Badajoz), que se vieron por televisión a finales de enero de 2020, fueron uno de los detonantes de la mayor oleada de movilizaciones que se ha vivido en el campo español en este siglo. Dentro del recinto, Luis Planas, y su íntimo, el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, departían tranquilamente entre copade vino y plato de jamón.
Esta semana puede repetirse la situación. Prácticamente todas las organizaciones agrarias extremeñas tienen convocada una manifestación en Mérida, frente a la sede del Gobierno regional, para llamar la atención sobre los problemas del campo en esta región y las políticas agrarias.
La delegada del Gobierno en esa comunidad, Yolanda García Seco, ha decidido que solo puedan llegar al centro de la capital extremeña 350 agricultores. No es la primera vez que restringe el derecho de manifestación, incluso los tribunales han echado para atrás sus decisiones. Si vuelven a repetirse imágenes como las registradas hace cerca de dos años y, dado el proceso de movilizaciones que se vive en el sector, podríamos estar ante una nueva chispa que intensifique y agrave las protestas en curso.