A día de hoy, y con la nueva normativa en la mano, un pastor o un ganadero que se pase la mayor parte del día solo en el campo con sus animales debe llevar la mascarilla puesta en todo momento. Supongo que será para no contagiar el virus a las ovejas o viceversa. Si un agricultor se encuentra en alguna de sus tierras o en su huerta, sin nadie alrededor en muchos metros a la redonda, también tiene que usar citada prenda, sí o sí. Interpreto que los autores de la Ley quieren proteger a las plantas del virus que afecta a los humanos. Si un excursionista se halla en el monte o en el campo, disfrutando del aire libre y sin nadie cerca, también debe taparse boca y nariz con el citado instrumento, que se asemeja a una mordaza. La verdad es que el Gobierno de Sánchez y de Planas, que instó la aprobación de la citada medida, y los legisladores que la ratificaron se han cubierto de gloria. Lo menos que se puede pedir a los que mandan es que apliquen el sentido común, que, en el caso que nos ocupa, ha brillado por su ausencia.
Ahora dicen que van a rectificar y andan buscando la forma, aunque no es fácil porque se trata de modificar una norma que tiene rango de Ley. Será uno de asuntos a los que deberemos prestar atención durante las próximas semanas. Y, en este trimestre que acaba de comenzar, puede que asistamos a nuevos episodios de la que podríamos denominar la guerra del agua entre Comunidades Autónomas. Asimismo, habrá que estar muy atentos a lo que pase en Bruselas para ver si se cierra el acuerdo definitivo sobre la PAC. Y, aquí, en España, también se debería alcanzar un pacto sobre la aplicación de la nueva PAC y sobre el Plan Estratégico nacional, eso suponiendo que el ministro de Agricultura, Luis Planas, sufra un ataque de laboriosidad, algo que no es habitual en él, y presente de una vez su propuesta formal y de conjunto sobre este espinoso asunto. En resumen, acabamos de comenzar un trimestre que debe ser clave en la lucha contra la pandemia, durante el que el lema bien podría ser “más vacunas y menos mascarillas y mordazas”, y también para los intereses específicos de los agricultores y ganaderos beneficiarios de las ayudas de la PAC, porque debe pactarse su nueva distribución, siempre con el permiso de Planas, un gran amante de aplicar mordazas, como ya sucedió cuando prohibió al presidente del FEGA acudir a este programa.