Continúa “El Gran Carajal” de la PAC. Esta semana el escenario de la película ha sido Bruselas y, los protagonistas, los ministros de Agricultura de un lado, los eurodiputados de otro y los representantes de la Comisión Europea en medio, con Frans Timmermans de gran jefe indio. El resultado de tres días de idas y venidas es que no se alcanzó el ansiado acuerdo definitivo sobre la nueva PAC. Con ser esto grave, lo es todavía más si se tiene en cuenta que las negociaciones duran ya tres años, porque la Comisión Europea presentó su propuesta sobre la nueva PAC el 1 de junio de 2018, y desde entonces están en Bruselas mareando la perdiz.
Algo falla en el procedimiento comunitario cuando en tres años no se ha podido llegar a un acuerdo. Pero es que hay otros dos agravantes: el primero es que los servicios de la Comisión Europea comenzaron sus debates sobre esa nueva PAC un año antes de que viese la luz la propuesta formal; el segundo es que, cuando se consiga el acuerdo definitivo, la propia Comisión Europea y los Estados miembros necesitarán un año y medio para poner al día todas reglas del juego, antes de que comiencen a aplicarse. Sumando todos los periodos anteriores, nos encontramos con que, entre preparativos y negociaciones, se van a tirar cinco años y medio. Y, ¿cuánto tiempo durará la nueva PAC? Pues, como se ha retrasado su entrada en vigor dos años, en principio solo duraría cinco años, hasta 2027. Resumen: cinco años y medio de preparativos y negociaciones varias y solo cinco años de aplicación. Está claro que algo no cuadra.
No cuadra la ausencia de agricultores y ganaderos en el debate sobre el despoblamiento y el reto demográfico
Como tampoco cuadra lo que está pasando en España con el reto demográfico y la despoblación y eso que, aquí, en AGROPOPULAR, denominamos la “España discriminada”, porque “vacía o vaciada” del todo no está y hay que respetar a los que todavía se encuentran en esos rincones de nuestra geografía, por pocos que sean y alejados que estén.
Y no cuadra que se multipliquen por doquier los saraos para hablar de esos problemas y no se cuente con los agricultores y ganaderos, que son el colectivo mayor y más importante que vive y trabaja en las zonas más alejadas y más despobladas. No cuadra que a la hora de diseñar los planes de futuro para estas áreas no se cuente, insisto, con agricultores y ganaderos.
Comenzó ignorándolos Pedro Sánchez hoy hace una semana, cuando presentó, otra vez más, su repetitiva estrategia sobre este asunto y han continuado luego en la misma línea los organizadores de otros foros: muchos políticos por aquí y por allí y ningún agricultor y ganadero, colectivo que vive mayoritariamente en el medio rural y que lo mantiene.
P.D. Quiero hacer hoy una llamada de atención al papel que está jugando un holandés, Frans Timmermans, el vicepresidente de la Comisión Europea y hombre fuerte de la misma, que esta semana ha sido el protagonista en los trilogos celebrados en Bruselas con el Consejo de Ministros y representantes del Parlamento Europeo. Ha utilizado a los eurodiputados como ariete contra los ministros y finalmente ha sido el principal culpable de que no se haya alcanzado el acuerdo final. La obsesión de Timmermans es que la PAC sea, sobre todo, más verde y sostenible desde el punto de vista medioambiental.
Que sea sostenible económicamente, desde el punto de vista productivo, y socialmente pasa a un segundo o tercer plano. Aquí hemos dicho muchas veces que había que prestar atención a Timmermans. Hoy lo reitero.
Dos datos a tener en cuenta. El primero, que el Pacto Verde europeo establece que el 40 por ciento del dinero de la futura PAC está vinculado al cumplimiento de objetivos medioambientales y es el holandés el encargado de que esto se cumpla. Y, el segundo, Timmermans y no el comisario de Agricultura es el encargado de dar el visto bueno a los Planes Estratégicos nacionales de los Estados miembros, incluido el español, que deberán respetar el Pacto Verde europeo. Y, en nuestro país, quien habla con Timmermans no es Luis Planas, sino Teresa Ribera, la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, que antes de enviar este documento a Bruselas deberá dar su visto bueno al mismo.
Repito e insisto. La última palabra sobre la nueva PAC no la tienen ni Planas ni los consejeros de Agricultura, la tienen Teresa Ribera y Frans Timmermans. Dicho queda.