La producción de aceite de oliva de la presente campaña 2018/19 es aún más alta de lo que se había previsto inicialmente. Los datos provisionales que la AICA (Agencia de Información y Control Alimentario) ha facilitado al sector dan cuenta de un volumen hasta finales de febrero de 1,693 millones de toneladas, cuando la previsión era que se quedara levemente por debajo de 1,6 millones.
En un contexto de precios a la baja, el ritmo de comercialización es bueno. En enero se vendieron (entre exportaciones y salidas al mercado nacional) unas 140.000 toneladas y el dato provisional de febrero proporcionado por la AICA es de unas 137.500 toneladas. El acumulado desde el comienzo de la campaña (octubre-febrero) asciende a 623.830 toneladas, frente a las 531.550 toneladas del mismo período de la campaña anterior.
Las existencias a finales de febrero se situaban en 1,5 millones de toneladas.
Aunque ahora la oferta en el mercado nacional es abundante, cabe esperar que las salidas al exterior vayan en aumento a medida que se vayan agotando las reservas en otros países productores de la UE, que en la presente campaña han registrado una caída significativa de su producción. De hecho, las previsiones apuntan a que las exportaciones españolas podrían superar el millón de toneladas.
Mientras tanto, algunas organizaciones agrarias están pidiendo que se activen las ayudas al almacenamiento privado de aceite de oliva, un mecanismo recogido en la normativa comunitaria, que se pone en marcha si los precios de mercado se sitúan por debajo de determinado nivel y siempre y cuando la Comisión Europea decida aplicarlo.
Aunque las cotizaciones en el mercado del aceite de oliva están actualmente sensiblemente por debajo de las registradas hace un año, no llegan aún a los umbrales de referencia recogidos en la reglamentación y que podrían llevar a Bruselas a estudiar la posibilidad de activar dicho mecanismo. Esos umbrales son: 1,77 euros/kilo para el aceite de oliva virgen extra; 1,71 euros para el virgen y 1,52 euros/kilo para el aceite lampante de dos grados, niveles que el sector considera muy bajos y ha pedido que se revisen al alza en diversas ocasiones.
