De cara al próximo año, y dada la subida de los costes de producción, los productores de patatas del noroeste de Europa (agrupados en la asociación NEPG) consideran que deberían revisarse al alza los precios de los contratos de este producto.
Según señala la organización en un comunicado, los precios de los contratos para 2022-23 deberían incrementarse “al menos entre 30 y 40 euros/tonelada; en caso contrario, cabría esperar una disminución de la superficie dedicada a este cultivo, sobre todo cuando los precios de los cereales y de la colza han subido y hace que sean más interesantes para los agricultores”.
Este año los precios han bajado entre 5 y 20 euros/tonelada respecto al anterior dependiendo del tipo de patata y del país de producción. La asociación subraya que la subida de los combustibles o la electricidad ya está teniendo impacto y se ha sumado a una “enorme presión del mildiu”, que ha incrementado mucho el gasto en fitosanitarios. El encarecimiento de los abonos, de “más del 50% en el caso de la potasa y de entre el 200% y el 300% en el del nitrógeno” impactará en la cosecha de 2022.
En su comunicado, el NEPG hace balance de la campaña 2021; habla de “una cosecha entre media y buena” en los países que agrupa (Bélgica, Alemania, Francia y Holanda), donde se han obtenido 22,7 millones de toneladas (-3,4% respecto a la anterior).
En el mercado libre se mantienen los precios debido a las reticencias de los productores a vender lo almacenado mientras que la transformación industrial tiene problemas de abastecimiento y afronta asimismo subidas en sus costes de producción. Además, la posible reactivación del Covid-19 en la UE y en el mundo es motivo de preocupación y de incertidumbre. A pesar de ello, los analistas esperan mercados equilibrados en lo que queda de campaña.