La Comisión Europea ha presentado un informe de perspectivas de los mercados agrarios a medio plazo, con proyecciones para el período 2024-2035. Bruselas destaca que la Unión Europea seguirá siendo autosuficiente en la mayor parte de los productos básicos y también exportadora neta de productos agroalimentarios, contribuyendo a la seguridad alimentaria mundial. Al mismo tiempo, la agricultura europea se irá adaptando a desafíos como el cambio climático y a una demanda cambiante.
El informe de la Comisión habla de un sector agrario «resiliente, que se adapta al triple desafío del cambio climático, las preocupaciones en materia de sostenibilidad y la evolución de la demanda de los consumidores».
Aunque la UE seguirá siendo exportadora neta de productos agroalimentarios y mantendrá la autosuficiencia en muchos sectores, cabe esperar algunos cambios. Entre ellos destacan una disminución de la producción total de carne, la estabilización de la producción de cereales y de leche y un aumento de la de aves de corral y legumbres.
Las previsiones se han realizado partiendo del supuesto de que el entorno macroeconómico es estable, de un crecimiento del PIB real en la UE también estable a medio plazo y de una inflación que volverá al objetivo del 2%. Asimismo, tiene en cuenta las normas de la PAC actual y los acuerdos de libre comercio vigentes o ratificados hasta finales de septiembre de 2024.
La Comisión apunta que este informe puede servir como base para su trabajo analítico futuro, pero no debe interpretarse como un pronóstico, dada la incertidumbre en cuanto a la evolución de la economía, las relaciones geopolíticas y comerciales y el impacto del cambio climático.
Cambios en los patrones de consumo
El informe prevé un cambio en los patrones de consumo de la UE: se espera que el consumo de carne disminuya ligeramente, principalmente de vacuno y de cerdo, mientras que aumentará el de proteínas vegetales. La demanda de productos lácteos se mantendrá estable, aunque con cambios en los hábitos y una expansión de nuevos usos.
Según el informe, en el período considerado podría registrarse un cambio en el uso de parte de las tierras cultivables, con una disminución de la superficie dedicada a cereales y colza en beneficio de la soja, otras oleaginosas y las leguminosas. Ese cambio sería consecuencia de una menor demanda de cereales para piensos y biocombustibles. Por su parte, aumentará la superficie de cultivos permanentes y se mantendrán estables los pastos permanentes y los barbechos.
Respecto a la producción, la agricultura de precisión, la digitalización y la mejora de la salud de los suelos favorecerá un ligero incremento de los rendimientos de cereales y oleaginosas. En cuanto al azúcar, se espera una disminución de la producción por un menor rendimiento de la remolacha azucarera y el cambio de los consumidores a dietas con una ingesta menor de azúcar.