Aunque aún no está generalizada, hay una tendencia creciente al consumo de proteína vegetal en detrimento de la procedente de los animales, en particular de las carnes y los lácteos. Según la Comisión Europea, en el futuro cabría esperar una caída de los precios en origen de la carne y la leche en la UE derivado de esa tendencia; al mismo tiempo, ese descenso de los precios podría favorecer un aumento de las exportaciones comunitarias.
En su último informe sobre perspectivas de los mercados agrarios a medio plazo, que abarca el período 2019-2030, la Comisión Europea hace una reflexión sobre lo que ocurriría en la UE, en particular en los mercados cárnico y lácteo, si se produjera un cambio estructural en la dieta de los ciudadanos comunitarios en los diez próximos años.
Bruselas se plantea ese escenario a la vista de las preocupaciones de la sociedad en torno a la sostenibilidad de la producción ganadera y su impacto en el medio ambiente, el cambio climático y el bienestar animal, así como el impacto en la salud de un consumo excesivo de proteína animal.
La Comisión señala que los últimos informes de la OCDE y la FAO muestran que en la dieta de la UE las proteínas proceden en un 42% de fuentes vegetales y en un 58% de productos animales. El escenario que se plantea la Comisión apunta a que en los próximos diez años esa relación evolucionará hasta ser del 50%. Ello supondría una caída del consumo de productos animales de un 17% para el año 2030 y un incremento paralelo de vegetales para cubrir las necesidades de calorías, proteínas y grasas.
Esa evolución tendría un impacto en los sectores cárnico y lácteo de la UE. La disminución del consumo de carne afectaría a los precios internos, que podrían caer hasta un 18% al final del período considerado. Esta bajada de los precios en origen mejoraría la competitividad del sector cárnico europeo en el mercado mundial, favoreciendo un aumento de las exportaciones y una disminución de las importaciones. Suponiendo que no se produzcan cambios en las políticas comerciales para el año 2030 las exportaciones netas de carnes de la UE podrían prácticamente duplicarse. En cuanto a la producción, caería en un 8% para 2030.
Algo similar sucedería en el sector lácteo, donde también podría registrarse una disminución del 17% en el consumo comunitario en 2030 respecto a 2019. Como consecuencia de ello, el precio de la leche en origen podría bajar en torno a un 17% y las exportaciones netas de productos lácteos (considerando el equivalente en leche) crecerían el 53%. La producción de leche disminuiría en un 5%.
La cabaña ganadera se reduciría. Para el año 2030, la de vacas lecheras podría ser un 3% más pequeña; la de ganado vacuno, considerando todas las categorías, podría disminuir también en un 3%; la de aves en torno a un 12%, la de ganado ovino en un 3% y la de porcino en un 6%.
El escenario de la Comisión contempla un aumento de la cuota de los cereales, las leguminosas, la soja, los frutos secos y otros vegetales en la cesta de la compra pero no tiene en cuenta el futuro desarrollo de productos a base de vegetales que imiten la carne, que supondrían una demanda aún mayor de leguminosas, soja, aceites vegetales y tubérculos que la contemplada en esta hipótesis.